viernes, 21 de octubre de 2011

Contra el argumento ontológico

Ya expuse hace unos días el argumento ontológico de S. Anselmo. Lo he estado estudiando un poco, y esto significa que he tenido que leer objeciones y respuestas a este argumento de distintos filósofos. Como ya dije, prácticamente todos los grandes filósofos hasta la modernidad lo han aceptado como bueno, pero Kant y Sto. Tomás no son de ellos.

Durante el tiempo que estuve leyendo sobre él pasé por ambos bandos: ahora me lo creo, ahora no, ahora me convence, ahora no… Cambié de opinión varias veces, pero ahora creo haberme asentado firmemente en una de ellas: el argumento ontológico es una falacia, es falso.

S. Anselmo y Descartes entre otros dirían que Dios es lo máximamente pensable, lo más perfecto que se puede pensar, y como existir es más perfecto que no existir (una isla que existe es más perfecta que una que no existe), necesariamente Dios existe. A esta forma de pensar se le puede atacar dos puntos: el que ataca Sto. Tomás y el que ataca Kant; aunque en parte están atacando lo mismo. Se trata más bien de atacar el mismo punto desde distintos ángulos.

El medieval diría que hay que separar la realidad externa, la “de fuera”, de los pensamientos. No es lo mismo lo que pensamos y la realidad externa a nuestros pensamientos. Podemos pensar que Dios es perfecto, pero que en realidad no sea así. Es posible que la realidad sea diferente a como nosotros la concebimos mentalmente. Se trata simplemente de darse cuenta de una cosa: nuestra mente es imperfecta. Nosotros concebimos mentalmente que Dios es perfecto, por tanto le corresponde mentalmente la perfección, pero no le corresponde realmente la perfección, es decir, que eso en lo que pensamos, y que pensamos como perfecto, no tiene por qué existir.

Por otro lado, Kant argumentaría lo siguiente: Dios es lo más perfecto, es cierto, pero el error está en creer que la existencia es una perfección más. Los ontologistas (defensores del argumento ontológico) afirman que como existir es más perfecto que no existir, entonces Dios debe existir. Pero esto sería poner al mismo nivel la existencia y otras perfecciones, como pueden ser la omnipresencia, o tener sabiduría infinita, o poder infinito. Pero la existencia no es una perfección más que esté equiparada a esas, sino que es la base necesaria para que se den esas perfecciones. Es la “condición sin la cual” no se pueden dar las demás perfecciones.

La idea sería, aunque suene un poco absurdo, que Dios es perfecto si existe, porque si no existe no es perfecto. Parece lo más evidente, y es así, es evidente, pero el argumento ontológico te puede hacer olvidarlo, tiene algo que lo hace sumamente creíble si lo piensas a fondo. Pero repito: hay que pensarlo. Igual que para descubrir por qué es falso, la clave está en interesarse y pensar uno mismo y sacar conclusiones.


Cuando pensamos en las cosas las pensamos bajo el supuesto de que existen. Si te piden que pienses en una isla la piensas con arena, árboles y un montón de cosas materiales. Esas cosas realmente no existen, esa isla no existe, pero tú la piensas como si existiera, para poder imaginártela bien. No piensas en la isla como “isla simplemente pensada”, sino como real. Con Dios sucede lo mismo: pensamos en Dios como existente y de ahí deducimos que existe, pero porque lo pensamos desde un principio como existente.

Es posible que no se entienda nada de lo que he dicho, pero si dedicáis un tiempo a reflexionar sobre ello creo que os sorprenderéis a vosotros mismos.

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