martes, 27 de septiembre de 2011

las llaves

Hoy me ha pasado algo curioso. Me estaba acercando al portal de mi casa, y como es costumbre, empiezo a buscar las llaves completamente a ciegas en mi mochila. Meto el brazo a modo de Mary Poppins y empiezo a esquivar objetos: la funda de las gafas, el cuaderno, la armónica, y al fín las llaves, las encuentro justo cuando estoy frente a la puerta. Pero, mientras saco el brazo de la mochila con las llaves en la mano, levanto la mirada y puedo ver en primer plano cómo la puerta termina de cerrarse en mis narices. Alguien había pasado hace poco por la puerta y ésta estaba cerrándose lentamente cuando yo empecé a buscar las llaves. Es decir, que estaba tan metido en la búsqueda de las llaves que no me había dado cuenta de que no me hacían falta; bueno, al final sí que me hicieron falta, por haberlas buscado y no darme cuenta de que no me hacían falta. Es un círculo sin salida.

Otras veces me ha pasado algo parecido en Pamplona, pero con los pasos de cebra. Me obsesiono tanto con esperar el momento preciso en el que no vengan coches para cruzar que no me doy cuenta de que el semáforo ya se me ha puesto en verde...

Se pueden sacar muchas reflexiones de aquí, creo yo, alomejor un poco absurdas, pero bueno. Cosas que le hacen pensar a uno... El caso es que llego tarde a clase de latín y no puedo liarme ahora con pedaleos... Hasta la próxima!

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Agobios

Siempre me había considerado una persona tranquila, que no se estresa ni se agobia. "Take it easy" es mi lema. Pero hay veces que uno tiene que romper con los ideales heroicos de uno mismo, o como diría un viejo compañero de piso y maestro filósofo: hay que romper con los "pedales".

Realmente el día a día te presenta situaciones, te lo creas o no, capaces de agobiarte. Te pones tenso y brusco con las demás personas, pero sobre todo te haces daño a ti mismo. Uno se para a pensar y el agobio es lo más absurdo e inútil en lo que te puedes ocupar ¿Por qué nos agobiamos? Por darle demasiada importancia a cosas que no la tienen. Me explico: nos agobiamos por las cosas que tenemos que hacer en un futuro (próximo o lejano), pero que no podemos solucionar en el momento. Voy a poner un ejemplo trivial, que no tiene nada que ver conmigo: supongamos que tienes que hacer alrededor de 537 trabajos, paro los cuales tienes que leer del orden de 903 libros. Además no estás entendiendo nada de lo que te explican en una asignatura y no sabes cómo vas a sacarla (no sé, por decir algo). Lo estás dando absolutamente todo, cada minuto, pero mientras estás haciendo uno de los trabajos estás pensando de dónde vas a sacar tiempo para hacer los que te quedan. Has calculado que en lo que queda de semestre te da tiempo a hacer las reseñas y ensayos de una de las asignaturas, ¿¡Pero y las otras siete!? Y ¡¡tachán!!... ya estás agobiado.

Salía ayer de clase de latín con una compañera que se está enterando de las declinaciones y los adjetivos más o menos lo mismo que yo, y me decía "no me voy a agobiar, al final todo sale". Y yo pensé, pero no exterioricé: "¡Eso es! ¡Esa es la actitud! ¿...Pero cómo se hace...?". Es cierto que era mexicana y llevan en la sangre lo de no agobiarse más de la cuenta, pero al fín y al cabo tenía razón: al final suelen salir las cosas, y si no salén está claro que el estresarse no te ha ayudado nada.

Te agobias porque piensas en el futuro, no es que no haya que pensar nunca en el mañana, pero realmente muchas veces es inútil; lo que hay que hacer es lo que hay que hacer ahora, lo de mañana es algo que habrá que hacer, pero que no hay que hacer.. Solo puedo leer un libro al mismo tiempo, bueno, pues empecemos por el principio, hay que hacer lo que se puede, si uno ha hecho todo lo que está en su mano no tendrá nada de qué arrepentirse, pero pensar en lo que queda por hacer cuando nada puedes hacer ahora es absurdo. Además: Mt 6, 25-34 (ver aquí)

Dejo también esta reflexión (que vale mucho más que la mía) de mi profesor y maestro Jaime Nubiola: "Tiempo de agobios"

Ya sabeis: take it easy, y a disfrutar el presente.

viernes, 16 de septiembre de 2011

... (2)

Esto no me deja hacer comentarios a nadie en su blog, de hecho no me puedo ni comentar mis propias entradas... es curioso ¿verdad? Puedo escribir entradas pero no puedo comentarlas... Internet aún no ha alcanzado la perfección.
Por eso aprovecho para volver a contestar aquí:

En realidad tienes razón, si hay alguna forma de imaginarnos la nada es esa, como si estuviéramos durmiendo, y no hay nada, ni sufrimiento, ni nostalgia, sencillamente nada; un sueño sin fin.

Intenté ir por el royo poético-sentimental para convencerte, está claro que no es mi punto fuerte, o quizás no se pueda convencer a nadie así, no lo sé. Pero honestamente digo lo que pienso: La mente no es capaz de entender en su plenitud lo que significa "Dios", es decir, no somos capaces de abarcarlo, el intelecto no llega a tanto, de hecho, si así fuera, seríamos nosotros dios, y entonces estaríamos por encima de Dios y por tanto ya no sería Dios, sino un diosecillo... Creo que se me entiende, y hasta aquí todos de acuerdo. (Por no hablar de Dios y que aceptes lo que digo, cambiémoslo por "infinito", nuestra mente no es capaz de abarcar el infinito).

Pues de la misma forma, nuestra mente tampoco es capaz de entender la nada, porque en realidad, al ser "nada" ni siquiera existe, podemos hacer analogías, paralelismos o metáforas, pero nunca nos haremos cargo de lo que es la nada, o más bien de lo que no es (Pufff, metafísica, han ido calando estos dos años en mi...). Por eso intentar entender la supuesta nada que seguiría a la muerte resulta un poco extraño, aunque no digo que no haya que hacerlo o intentarlo.

Y al margen de que se pueda o no entender (o imaginar) la nada, ¿Quién nos asegura que eso es lo que hay tras la muerte? Nadie ha venido a decirnos "No te mueras tronco, yo vengo de allí y lo que he visto es muy chungo... ¡no he visto nada!". Bromas aparte, si no hay nada, no hay forma de saberlo, porque saber que no hay nada implicaría conocer esa realidad: la nada, y si lo conoces es que ya es algo y por tanto dejaría de ser "nada". (Sí, definitivamente me estoy embarrando demasiado en metafísica).
Yo sé que estas palabras no pueden convencer a nadie de que después de la vida hay algo más, mucho menos a un agnóstico que se precie de serlo, de hecho tampoco espero otra cosa. Si tan fácilmente se pudiera convencer, igual de fácil se podría engañar. Para mí el "más allá" no es una creencia a la que haya llegado después de razonar durante cuarenta días sin dormir, comer, ni beber. Es fe, y de hecho creo que así debe ser (Cristo nunca pidió inteligencia y conocimiento, sino fe y humildad). Normalmente no son los largos debates filosóficos los que acaban por convertir a la gente, por muchas cañas que haya de por medio, sino que son las experiencias personales, y puesto que Dios no es simplemente una idea, sino que es mucho más, no se llega a Él simplemente pensando. Más bien habría que hablar de que Él llega a nosotros de otras muchas formas.

Pero sea como sea, esté equivocado o en lo cierto, el tiempo finalmente revelará la verdad, o al menos eso espero. Hasta entonces: sin miedo a buscar, sin miedo a pensar, sin miedo a reconocer los errores. A ser honesto con los demás, con uno mismo y con Dios…

miércoles, 14 de septiembre de 2011

...

Y tras ese momento de nostalgia, ese breve momento en el que recuerdes un único instante de tu vida, un instante que da sentido a toda la vida, y a la muerte. Tras ese momento se hará la oscuridad, y no habrá descanso porque no hay sitio donde descansar, no habrá nadie que te bese, nadie que te abrace, con nadie podrás volver a recordar los buenos momentos que tuvo la vida, no queda nada ni nadie, estás solo, pero ni en tus propios pensamientos podrás encerrarte y distraerte porque todo habrá desparecido, nada en lo que pensar, nadie que recordar, nadie que piense... tú mismo habrás desaparecido. ¿Existe soledad mayor? en la que no puedes encontrate ni contigo mismo porque todo tu interior se habrá disuelto en una oscuridad sin fin que, en realidad, no puedes ni imaginar.

¿O no?... Existe otra posibilidad... Es posible... Es probable... y me llamas insensato por tener esperanza.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Dice la razón (Antonio Machado)

Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón,
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.

Antonio Machado

El mendigo (José de Espronceda)

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

El palacio, la cabaña
son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
El torrente asolador.

Y a la hoguera
me hacen lado
los pastores
con amor.
Y sin pena
y descuidado
de su cena
ceno yo,
o en la rica
chimenea,
que recrea
con su olor,
me regalo
codicioso
del banquete
suntüoso
con las sobras
de un señor.

Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión;
que al son que cruje de la seca leña,
libre me duermo sin rencor ni amor.
Mío es el mundo como el aire libre...

Todos son mis bienhechores,
y por todos
a Dios ruego con fervor;
de villanos y señores
yo recibo los favores
sin estima y sin amor.

Ni pregunto
quiénes sean,
ni me obligo
a agradecer;
que mis rezos
si desean,
dar limosna
es un deber.
Y es pecado
la riqueza:
la pobreza
santidad:
Dios a veces
es mendigo,
y al avaro
da castigo,
que le niegue
caridad.

Yo soy pobre y se lastiman
todos al verme plañir,
sin ver son mías sus riquezas todas,
qué mina inagotable es el pedir.
Mío es el mundo: como el aire libre...

Mal revuelto y andrajoso,
entre harapos
del lujo sátira soy,
y con mi aspecto asqueroso
me vengo del poderoso,
y a donde va, tras él voy.

Y a la hermosa
que respira
cien perfumes,
gala, amor,
la persigo
hasta que mira,
y me gozo
cuando aspira
mi punzante
mal olor.
Y las fiestas
y el contento
con mi acento
turbo yo,
y en la bulla
y la alegría
interrumpen
la armonía
mis harapos
y mi voz:

Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
que no hay placer sin lágrimas, ni pena
que no traspire en medio del placer.
Mío es el mundo; como el aire libre...

Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal,
nada me aflige ni afana;
me es igual para mañana
un palacio, un hospital.

Vivo ajeno
de memorias,
de cuidados
libre estoy;
busquen otros
oro y glorias,
yo no pienso
sino en hoy.
Y do quiera
vayan leyes,
quiten reyes,
reyes den;
yo soy pobre,
y al mendigo,
por el miedo
del castigo,
todos hacen
siempre bien.

Y un asilo donde quiera
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga
mi cuerpo miserable al espirar.

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido
una limosna por amor de Dios.
José de Espronceda

Siempre habrá poesía - Rima IV (G.A. Becquer)

No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!

Mientras se sienta que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

Gustavo Adolfo Becquer

Bendita ilusión (Antonio Machado)

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida de donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía dentro de mi corazón;
y las doradas abejas iban fabricando en él,
con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón

Antonio Machado

Cuentan de un sabio...

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.


Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.


(Fragmento de "La vida es sueño")

Pedro Calderón de la Barca

Retrato (Antonio Machado)

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado

Caminante no hay camino (Antonio Machado)

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

Antonio Machado

La canción del pirata (José de Espronceda)

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
un velero bergantín:

Bajel pirata que llaman
Por su bravura el temido,
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;

Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia aun lado, al otro Europa
Y allá a su frente stambul.

Navega, velero mío,
Sin temor,
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.

Veinte presas Hemos hecho
A despecho Del inglés,
Y han rendido Sus pendones
Cien naciones A mis pies

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

Allá muevan feroz guerra
Ciegos reyes
Por un palmo mas de tierra:
Que yo tengo aquí por mío
Cuanto abarca el mar bravío
A quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa sea cualquiera,
 ni bandera De esplendor,
Que no sienta Mi derecho
Y dé pecho a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

A la voz de ¡ barco viene !
Es de ver
Cómo vira y se previene
A todo trapo escapar;
Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.

En las presas yo divido
Lo cogido por igual:
Sólo quiero por riqueza
La belleza sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

¡ Sentenciado estoy a muerte !
Yo me rió:
No me abandone la suerte,
Y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena.,
Quizá en su propio navío.

Y si caigo ¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
Cuando el yugo del esclavo,
Como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

Son mi música mejor
Aquilones
El estrépito y temblor,
De los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno al son violento,
Y del viento al rebramar
Yo me duermo sosegado
Arrullado por la mar.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

José de Espronceda

Los cantos del trovador (fragmento)

Pero yo, que he pasado entre ilusiones,
Sueños de oro y de luz, mi dulce vida,
No os dejaré dormir en los salones
Donde al placer la soledad convida;
Ni esperar, revolviendo los tizones,
Al yerto amigo o la falaz querida,
Sin que más esperanza os alimente
Que ir contando las horas tristemente.

Los que vivís de alcázares señores,
Venid, yo halagaré vuestra pereza;
Niñas hermosas que morís de amores,
Venid, yo encantaré vuestra belleza;
Viejos que idolatráis vuestros mayores,
Venid, yo os contaré vuestra grandeza;
Venid a oír en dulces armonías
Las sabrosas historias de otros días.

Yo soy el Trovador que vaga errante:
Si son de vuestro parque estos linderos,
No me dejéis pasar, mandad que cante;
Que yo sé de los bravos caballeros
La dama ingrata y la cautiva amante,
La cita oculta y los combates fieros
Con que a cabo llevaron sus empresas
Por hermosas esclavas y princesas.



José Zorrilla

sábado, 3 de septiembre de 2011

Contando estrellas

El Principito (Capítulo XIII)


El cuarto planeta era el del hombre de negocios. Estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.

- Buen día – le dijo éste. – Su cigarrillo está apagado.
- Tres y dos son cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. Buenos días. Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de volver a encenderlo. Veintiséis y cinco treinta y uno. Uf! Eso da entonces quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

- Quinientos millones de qué ?

- Eh? Todavía estás ahí ? Quinientos un millones de... ya no sé... Tengo tanto trabajo ! Yo soy un hombre serio, no me entretengo con tonterías ! Dos y cinco siete...

- Quinientos un millones de qué – repitió el principito, que nunca jamás había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.

El hombre levantó la cabeza:

- Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, no fui perturbado más que tres veces. La primera vez fue, hace veintidós años, por un abejorro que había caído de Dios sabe dónde. Producía un ruido espantoso, y cometí cuatro errores en una suma. La segunda vez fue, hace once años, por una crisis de reumatismo. Me falta ejercicio. No tengo tiempo de pasear. Soy una persona seria. La tercera vez... es esta ! Decía entonces quinientos un millones...

- Millones de qué ?

El hombre de negocios comprendió que no había ninguna esperanza de paz:

- Millones de esas pequeñas cosas que se ven a veces en el cielo.

- Moscas ?

- Pero no, de esas pequeñas cosas que brillan.

- Abejas ?

- Pero no. De esas pequeñas cosas doradas que hacen soñar a los holgazanes. Pero yo soy una persona seria ! No tengo tiempo para ensoñaciones.

- Ah! estrellas ?

- Sí, eso. Estrellas.

- Y qué haces con quinientos millones de estrellas ?

- Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio, soy preciso.

- Y qué haces con esas estrellas ?

- Qué hago con ellas ?

- Sí.

- Nada. Las poseo.

- Posees las estrellas ?

- Sí.

- Pero yo ya he visto un rey que...

- Los reyes no poseen, "reinan" sobre. Es muy diferente.

- Y para qué te sirve poseer las estrellas ?

- Me sirve para ser rico.

- Y para qué te sirve ser rico ?

- Para comprar más estrellas, si alguien encuentra.

Éste, se dijo el principito, razona un poco como mi borracho.

Sin embargo, siguió preguntando:

- Cómo se puede poseer las estrellas ?

- De quién son ? - replicó, gruñón, el hombre de negocios.

- Qué sé yo. De nadie.

- Entonces son mías, porque se me ocurrió primero.

- Es suficiente ?

- Desde luego. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Y yo poseo las estrellas, puesto que nunca nadie antes que yo pensó en poseerlas.

- Eso es verdad – dijo el principito. – Y qué haces con ellas ?

- Las administro. Las cuento y las recuento – dijo el hombre. – Es difícil. Pero yo soy una persona seria !

El principito no estaba aún satisfecho.

- Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponérmelo alrededor del cuello y llevarlo. Yo, si poseo una flor, puedo recogerla y llevarla. Pero tú no puedes recoger las estrellas !

- No, pero puedo invertirlas en el banco.

- Qué significa eso ?

- Significa que anoto en un papelito la cantidad que tengo de estrellas. Y luego guardo ese papel en un cajón con llave.

- Y eso es todo ?

- Con eso basta !

Es divertido, pensó el principito. Es bastante poético. Pero no es muy serio.

El principito tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes a las de los adultos.

- Yo – agregó – poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Porque deshollino también el que está apagado. Nunca se sabe. Es útil para mis volcanes, y es útil para mi flor, que yo los posea. Pero tú no eres útil para las estrellas.

El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró nada para responder, y el principito se fue.

Los adultos son decididamente muy extraordinarios, se decía simplemente a sí mismo durante el viaje.