jueves, 25 de octubre de 2012

Mi problema de conciencia

Mi problema de conciencia no tiene nada que ver con la moral, tiene que ver más bien con la filosofía y la ciencia. En realidad, para ser más preciso, tendría que haber dicho "consciencia".

Estoy leyendo últimamente a John Searle, un filósofo que trata el problema de la conciencia. A mi lo que más me interesa de este campo es el problema "mente-cerebro". ¿Cuál es este problema? Brevemente: desde siempre el ser humano ha pensado: podemos razonar, comprender teoremas matemáticos, imaginarnos mundos fantásticos, hablar y comprender lo que nos dicen... Todo eso, en un principio se decía que era propio del nous, o intelecto, que se entendía como algo inmaterial. Incluso Descartes, en el s. XVII, hablaba de que en la realidad existía la res cogitans (o cosa pensante) y la res extensa (o cosa extensa), es decir, el pensamiento y la materia, el pensamiento no tiene extensión ni ocupa un espacio concreto mientras que la materia, el mundo, no tiene ningún tipo de propiedad intelectual.

Últimamente se ha puesto de moda la ciencia positiva, y nos ha gustado tanto que nos hemos convertido en materialistas, lo que significa que nada de res cogitans, todo es explicable gracias a los super-microscopios que tenemos, es decir, que sólo hay res extensa. No viene viene a continuación ninguna crítica al materialismo, sino algo quizás más interesante. El mencionado Searle es materialista, y nos plantea el siguiente problema: todo lo que tiene que ver con nuestra percepción de la realidad pasa por el cerebro, por ejemplo un pinchazo en el brazo o nuestra percepción del rojo, ninguna de las dos es explicable si no estudiamos el cerebro primero. Hasta aquí todos más o menos de acuerdo. Pero aquí viene el "misterio de la conciencia" que Searle nos trae para atormentarnos: nos podemos imaginar todo un proceso celular-neuronal desde que el cuchillo toca mi piel hasta que yo siento esa desagradable sensación que me hace retirar el brazo y gritar, pero eso proceso neuronal no es la sensación de dolor. Repito, el recorrido de las neuronas -y de cualquier otra sustancia cerebral que entre en juego- no es la conciencia de dolor. Parece haber un salto de lo puramente físico (movimiento de partículas y corrientes eléctricas) a lo subjetivo (mi sensación de dolor). ¿Cómo pasamos de las corrientes electricas (que se pueden observar científicamente) a la subjetividad?

Algunos dicen, como el mismo John Searle, que la ciencia finalmente nos dará una explicación cuando conozca mejor cómo funciona el cerebro; pero para mí el problema sigue estando ahí: ¿Cómo va la ciencia a explicar ese salto estudiando el cerebro si mi sensación de dolor no está en el cerebro? (no está en el sentido de que es una sensación subjetiva y no se puede hallar de la misma manera que se halla un átomo; se puede decir "aquí está el átomo X, entre la mólecula F y el hueso H" pero no "aquí está mi percepción de dolor") Lo interesante de todo esto es que sí que podemos encontrar una parte del cerebro que influya o esté involucrada en mi percepción de dolor, pero no encontraremos, o eso creo, la sensación de dolor misma; de hecho, encontrar la percepción de un dolor concreto sería sufrir ese dolor concreto ¿no?


He aquí mi problema de conciencia, si se os ocurre algo dejadlo en los comentarios por favor, me interesa de verdad.

domingo, 14 de octubre de 2012

Año de la fe

La Iglesia ha proclamado el año de la fe, que empezamos este pasado jueves día 11. Algunos por ahí piensan que "aún muchos creen en los mitos del cristianismo", pero para los que somos practicantes se nos hace evidente que cada vez hay menos creyentes. Los bancos de las iglesias cada vez dejan más huecos vacíos, una cruz al cuello parece más un objeto de estética que una manifestación de credo personal, la palabra "cristiano" ya sólo nos eboca futbol. Como católico de a pie a veces me entero de que un nuevo joven "ya no cree", o que un chico deja la catequesis de confirmación; y uno se pregunta qué puede hacer. ¿Qué habré hecho mal para dejar que esta gente pierda la fe o sencillamente no le haya atraido un poco más el cristianismo? Es verdad que uno siempre puede mejorar, pero también es cierto que nadie es todopoderoso y que Dios mismo respetó nuestra libertad, quién soy yo para negar la libertad a nadie. Yo mismo fui uno de esos que dejaron la catequesis de confirmación. Pero ya se lo dijo el Señor a Isaías hace mucho tiempo: "Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos vuestros caminos, dice Yahvé. Cuanto son los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos por encima de los vuestros, y por encima de los vuestros mis pensamientos" (Is. 55, 9). Él sabe lo que hace con cada uno de nosotros.

De todas formas se sigue removiendo algo dentro de mí, me sigo preguntando qué puedo hacer. Por supuesto rezar; siempre recuerdo unas palabras del Papa (creo que Juan Pablo II, pero podría ser Benedicto XVI) que decían que debemos confíar en Dios como si todo dependiera de Él y al mismo tiempo esforzarse como si todo dependiera de nosotros; pues bien ¿qué podemos hacer? Esta vez sí, el Papa Benedicto XVI nos recuerda las palabras de San Agustín hablando de la oración del Credo, a modo de consejo: «no es otra cosa que las palabras en las que se apoya sólidamente la fe de la Iglesia, nuestra madre, sobre la base inconmovible que es Cristo el Señor. […] Recibisteis y recitasteis algo que debéis retener siempre en vuestra mente y corazón y repetir en vuestro lecho; algo sobre lo que tenéis que pensar cuando estáis en la calle y que no debéis olvidar ni cuando coméis, de forma que, incluso cuando dormís corporalmente, vigiléis con el corazón». Es un buen consejo para los que ya nos consideramos creyentes, saborear el Credo, rezarlo, meditarlo, sentirlo muy propio.

Sin embargo, mucha gente se baja de este barco, que ciertamente gusta por navegar entre tormentas. Pero a mí me gustaría que cada uno recordáramos que dentro de nosotros llevamos inscrito ese anhelo de infinito, de felicidad plena, de belleza, de Dios. En la carta apostólica Porta Fidei el Papa precisamente recuerda que "la misma razón del hombre, en efecto, lleva inscrita la exigencia de «lo que vale y permanece siempre». Esta exigencia constituye una invitación permanente, inscrita indeleblemente en el corazón humano, a ponerse en camino para encontrar a Aquel que no buscaríamos si no hubiera ya venido".

Todo el mundo ha de pasar por su propia puesta a prueba de la fe, pero las pruebas no son sino una comprobación de que somos libres, de que podríamos dejar esto y abandonarnos a las corrientes del mundo. "Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados también en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora" (Porta Fidei). Sin embargo Dios sigue estando ahí, Él no va a dejar de existir porque yo dude. Creo que incluso el no creyente, si busca con sinceridad, desde su ateismo puede clamar a Dios: "si no existes esto es sólo un pensamiento, pero si existes haz que crea en tí".

En esta carta apostólica el Papa nos recuerda la importancia de la caridad. Un cristiano en acción no es ni más ni menos que alguien que pone en práctica la caridad, la cual asume todo su significado cuando va acompañada por la fe; y del mismo modo la fe produce su mayor efecto cuando va ligada a la caridad. "Lo que el mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, ésa que no tiene fin." (Porta Fidei)

Dicho esto, os dejo en paz, sólo me queda recordar aquellas palabras de San Pablo, que esconden el misterioso secreto oscurantista de todo cristiano:

«Cuando soy débil, entonces soy fuerte»
(2 Co 12, 10)

viernes, 5 de octubre de 2012

Iciar, un alma de “aquella legión de almas pequeñas”


O amor o locura, pero en el fondo ¿en qué se diferencian? Esta es la historia de Iciar Ganuza, una historia muy real:

“... ¡Te suplico que escojas una legión de pequeñas víctimas dignas de tu AMOR...!”
 (Santa Teresita)

Iciar Ganuza es un alma de “aquella legión de almas pequeñas, instrumentos y víctimas del Amor Misericordioso de Dios, objeto de los deseos y las esperanzas de santa Teresita del Niño Jesús”. Como se le presentaba al Padre Orlandis, fundador de Schola Cordis Iesu, así a Iciar, conocedora de la realidad, profundamente desengañada de sus propias fuerzas y valer”, Dios le fue dando “una comprensión íntima de la devoción genuina al Corazón de Jesús”, le hizo estar llena de celo “de la salvación de la almas”, y fue haciendo que pusiera “para su apostolado toda la confianza en la …devoción al Sagrado Corazón de Jesús”.
Todo esto por Misericordia del Corazón de Cristo que se enamora de quien quiere y hace maravillas con las almas que se saben débiles y confían en su Amor. Por eso hablar de Iciar es cantar las Misericordias del Señor.
Iciar nace el 18 de Enero de 1983, en el seno de una familia cristiana,  familia de Schola Cordis Iesu, deseosa de trasmitir a los hijos el tesoro recibido del Padre Orlandis, a través de D. Francisco Canals, abuelo materno de Iciar. Ella misma se presentaba así en una carta que escribió al Santo Padre Benedicto XVI el día 26 de junio de 2006: 
“Santo Padre. Me llamo Iciar, soy una joven española de 23 años ... Pertenezco a una familia numerosa, soy la sexta de doce hermanos. Mi familia es el mejor regalo que me ha dado Dios porque en ella me han transmitido la fe, el amor a María, al Sagrado Corazón y a la Iglesia.   Pertenezco al grupo Schola Cordis Iesu, del Apostolado de la Oración. … Santo Padre, …Yo cada día en el Ofrecimiento diario del Apostolado de la Oración y en el Rosario pido por Ud. y por la Iglesia.  Muchísimas gracias, afectuosamente, Iciar Ganuza Canals”.

Iciar muere santamente el día 4 de Octubre de 2007, después de luchar durante año y medio con un cáncer.

I) SUS ÚLTIMOS DÍAS: 

“Sí, yo quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra” (Santa Teresita).
Los últimos días de la vida de Iciar en este mundo fueron muestra de la acción de Dios en ella, se mostraba muy palpablemente la Caridad:
Una semana antes de morir, el 25 de Septiembre, ella estaba ya muy débil, hablaba muy despacio, tenía continuos temblores, acababan de decirle que le quedaban pocos días de vida, y al preguntarle: ¿Quieres que les diga algo a la gente que está rezando por ti?, respondió: “No, creo que tengo todos los deberes hechos. Mi hermano Antonio agradeció de mi parte las oraciones de todos en JRC. Más adelante, tú les dices así: Iciar se ha marchado, quería despedirse de cada uno y agradeceros las oraciones a cada uno pero no era posible, así que me dijo que os dijera a todos que gracias por todo, y que desde el cielo pedirá por vosotros”.
La última novena que habíamos hecho pidiendo su fortaleza y curación era al Beato Pío IX. Ese mismo día bromeando decía: “Pío IX tenía muchos boletos para curarme, pero no ha sido así… lo mío está muy claro”. Después con aire serio preguntó: “¿como me preparo para esto?” Al escuchar la respuesta de que todos estos meses con la oración y los sacramentos ya le habían servido de preparación y que ahora tenía que pensar qué les iba a decir a Jesús y a María cuando se encontrase con ellos en el cielo, ella contestó sonriendo: “claro, claro” ¿Estas tranquila interiormente?: “Si, muy tranquila. Lo ofrezco todo. Hago varios ofrecimientos al día, la oración de las tres [de la divina Misericordia] y el rosario. Me gustaría ser más cariñosa con el Señor, con la Virgen, con mi familia, con los médicos y enfermeras, con la gente que viene a verme…” En ese momento se echó a llorar, viendo que no podía, pues estaba físicamente agotada. Eran los deseos del Amor de Dios que ya estaba viviendo y del amor del prójimo que era palpable. Cuando venía alguien intentaba sonreírle, quitarse importancia y preguntar qué tal él. Si venía una novia preguntaba por su novio, si una mamá embarazada por su embarazo, … “¿qué tal tu trabajo?”, “¿cómo estas?”..., olvidada de si misma. Decía: “Lo mío va a ser rápido, pienso en esos pobres enfermos que están 20 años así como estoy yo... ¡pobrecillos!”…

El “día 1 de Octubre, día de Santa Teresita, le pregunté: ¿Estas bien? “Sí, si no es por la fatiga, estoy bien, tengo paz”. Ese mismo día se confesó, con mucho fervor, totalmente consciente y con mucha paz y recibió la comunión que cada día le administraban en la clínica.
No quería hacer sufrir a nadie, días antes había dicho: “Yo me quiero ir al cielo, si no fuera por Julen [mi novio] y por mi familia, lo que más me hace sufrir es verles sufrir a ellos. Cuando ellos están delante intento no llorar para que no sufran más, … De todas formas sigo pidiéndole a Dios que me cure, aunque estoy convencida de que Él me quiere allí.” Ella notaba el dolor de su familia por la despedida, por eso se entiende su alegría cuando ese lunes día 1 de Octubre dijo: “¡Qué bien! Miguel [mi hermano] me ha dicho que se alegra de que me vaya al cielo. Me lo dijo ayer en una conversación”. 

Al día siguiente, día de los Santos Ángeles le pregunté: “¿Quieres confesarte?”, respondió tranquila y sonriente: “siempre va bien ¿no?... Ahora ya cada día…” . Se confesó consciente y al final se quedó mirando al crucifijo, lo señaló y dijo: mira, qué piadoso”. ¿lo miras mucho? “Sí” dijo. ¿Te ayuda? Sí mucho”. Te vamos a administrar la unción. Ella dijo: “Es la tercera vez”. Como diciendo a la tercera va la vencida. Y después dijo: “no sé cuánto tiempo me queda”. No te preocupes, lo que Dios quiera y Él está contigo. Rodeada de la familia recibió la unción, después rezamos juntos el Padre nuestro, el Ave María. Tras esto recibió la comunión, consciente de que era anticipo del cielo y ella iba repitiendo: “Te quiero Jesús”, “gracias Jesús”, “ayúdame Jesús”, “te ofrezco mi vida Jesús”. En ese momento se despistó, se le fue un momento la cabeza, luego vio a su hermano Pello y se acordó de Teresa su esposa (embarazada de gemelas) y de Lucía (sobrina de Iciar) y preguntó por las niñas, Pello le enseñó una foto de Lucía y sonrió. Después al preguntar por Teresa ella se acercó y puso la mano para  sentir a las niñas en el vientre materno y también sonrió.

Recibió la bendición Papal con indulgencia plenaria con el crucifijo grande de su cuarto que ella tanto había mirado, antes ella besó el crucifijo, primero en los pies, después en el rostro. Tras la bendición volvió a darle un beso en el rostro. Este sería de los últimos gestos conscientes que se le vio hacer, poco a poco fue perdiendo la cabeza. Esa tarde Iciar, inquieta físicamente, ya no respondía ni con la palabra ni con gestos, aunque parece que sí se enteraba. Con los ojos entreabiertos pero sin fijar la mirada, fue escuchando los cantos al Corazón de Jesús y a la Virgen,  las letanías, jaculatorias y las oraciones que su familia y amigos le dirigían. Así pasó todo el día tres de octubre hasta las cuatro de la madrugada del día cuatro en que su alma fue al encuentro de Cristo Misericordia. 


II) UNA CHICA NORMAL:
“soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección” (Santa Teresita).
Los que la habéis conocido sabéis que Iciar era una chica muy normal, simpática, buena, alegre, bromista, inteligente, seria en sus estudios de historia y con una gran fe recibida de la familia que poco a poco iba creciendo en ella.  Pero a la vez no estaba exenta de las tentaciones y vanidades de este mundo nuestro, con defectos y miserias. Ella misma ha sido siempre consciente de su debilidad. Decía: “no soy una santa, he hecho tonterías en mi vida”. Al principio de la enfermedad ella, les decía a los médicos que si podían pincharle una vez en lugar de dos que lo hicieran y se quejaba cuando tardaban los resultados de las pruebas…, vamos algo normal. En los últimos meses, en una conversación con una amiga, a través del Messenger, al preguntarle hablaba Iciar de la Santidad.
-Amiga: “lo se...la santidad es lo primero Iciar, pero es que tu puedes enseñarnos tanto de la Misericordia divina si el Señor te mantiene con nosotros… pienso si te hace o no daño que te diga estas cosas”
- “Igual es mejor que no hablemos de esto por que te vas a pensar que soy buena y soy una petarda cualquiera, sólo que me toca pensar más, pues muchas veces las conversaciones de este tipo te llevan a vanidad. De esto se habla con el director espiritual”.
Cuando el 28 de Mayo pasado le dieron la mala noticia de que no había arreglo, porque crecía el tumor en los pulmones y se extendía en el cráneo... Ella dijo: “tengo paz, acepto lo que Dios quiera… me viene muchas veces a la cabeza la canción que se ha hecho con la frase de Santa Teresita: Lo que agrada a Dios de mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza, es la confianza  ciega que tengo en su Misericordia”. Pedía muchas veces que le pusieran esta canción y era descanso para su alma.
Al contarle la eficacia de su ofrenda en muchas personas que se estaban ofreciendo, y muchas personas que estaban rezando las novenas, personas que antes no rezaban nunca, se alegraba mucho pero también decía: “¡qué vergüenza!, todos rezando por mí. Como si yo fuera protagonista” Al responderle que el que quedaba bien en todo esto era Dios. Ella se alegró y dijo: “Ah entonces sí”.
Al hablarle del milagro de Juan Pablo II al padre de un amigo sacerdote dijo bromeando:  “como yo soy muy amiga de la Madre Teresa de Calcuta, de Juan Pablo II y de Santa Teresita, a mí se me van a aparecer los tres.  Esta noche me iré a acostar pronto y ya os contaré si aparecen”, y se reía. Luego dijo ya en serio: “yo no me considero de la clase de personas a las que le puede suceder un milagro, porque yo tuve miedo de ofrecerme al Señor, cuando en Lisieux sentí aquel abrazo tan fuerte de Dios”.

III) DIOS FUE HACIENDO SU OBRA EN ICIAR:
“sentí un gran deseo de trabajar por la conversión de los pecadores” (Santa Teresita, 25 - XII-1886).
Iciar, ya con 19 años empezó a sentir un deseo mayor de que los que le rodeaban conociesen y amasen más al Señor,  y le pedía al Señor por ellos, y se ofrecía. Con esta preocupación de la salvación de los que Dios le había dado, fue hace dos años a la peregrinación a Colonia, al encuentro con el Papa. Al regresar de allí, la peregrinación pasó por Lisieux, lugar donde vivió y murió Santa Teresita. Iciar muy vinculada a esta santa, a su doctrina y a su vida (providencialmente muere en la octava de Santa Teresita, habiendo vivido como ella 24 años), entra en la basílica y se ofrece a Dios rezando el acto de ofrenda al Amor Misericordioso.
“Para vivir en un acto de perfecto amor, me ofrezco como víctima de holocausto a vuestro Amor Misericordioso,
suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar, en mi alma,
las olas de ternura infinita que tenéis encerradas en Vos y que, de ese modo,
me convierta en mártir de vuestro amor, ¡oh, Dios mío!”.
(Santa Teresita, 9 de junio de 1895)
Tras esto ella recibió una consolación muy fuerte que dio sentido sobrenatural a toda su ofrenda. La semana antes de morir a la pregunta de si se acordaba de lo que ocurrió en Lisieux respondió: “Sí perfectamente, el Señor me hizo arder por dentro, con un fuego muy intenso, dándome mucha paz. Recuerdo que cuando lo sentí pensé que Dios me iba a pedir algo muy grande, me dio mucha alegría y le dije que sí. Después me dio miedo y le pedí que me diera tiempo.  Ya me ha dado tiempo, dos años …. No me arrepiento de haberme ofrecido”.
“Llamo consolación cuando en el alma se causa alguna moción interior,
con la cual viene el alma a inflamarse en amor de su Criador y Señor,
… Asimismo cuando lanza lágrimas motivas a amor de su Señor,
… derechamente ordenadas en su servicio y alabanza;
finalmente, llamo consolación todo aumento de esperanza, fe y caridad
y toda alegría interna que llama y atrae a las cosas celestiales y a la propia salud de su ánima,
quietándola y pacificándola en su Criador y Señor”.
(San Ignacio de Loyola-Ejercicios Espirituales 316)

“No, Yo no me arrepiento de haberme entregado al Amor”.
(Santa Teresita, últimas conversaciones).

Al poco de recibir esta gracia ella sintió miedo, y aunque le repetía “no soy mía soy tuya y haz con lo tuyo lo que quieras”, se moría de miedo y se agobiaba pensando en la entrega de su vida, que tendría que dejar a su novio, a su familia y hacerse religiosa… y así estuvo mucho tiempo sin tener paz, hasta que en Mayo de 2006 le diagnosticaron el cáncer y entonces dijo: “Antes de esto no tenía paz y ahora tengo una paz y una alegría interior inmensa porque estoy segura de que estoy haciendo lo que Dios quiere”. Dios le pedía desprenderse de su novio y de su familia, pero de otra manera. Cuando entendió la voluntad de Dios, la aceptó con la fuerza que venía del mismo Dios.


Dios le fue dando su Fortaleza
“A mi me hizo fuerte y valerosa, me revistió de sus armas”.
(Santa Teresita, 25 - XII-1886).
Estando ya avanzada la enfermedad, decía: “Dicen que Dios te lleva en brazos en los momentos difíciles, pero a mi me parece que me lleva en coche y contándome chistes de lo feliz que soy,… Vaya tontería te acabo de decir, ya me perdonarás pero es que ya no son horas...” (Correo electrónico del día 16 de junio 2007 a las 12:56 de la noche, no podía dormir). El don de Fortaleza se manifestó mucho, especialmente en los últimos días, por la paz que ella tenía ante todo lo que iba ocurriendo. Esa fortaleza y paz la trasmitía ella a todo el que se acercaba.


Dios le llenó de Confianza en Él
“La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al amor” (Santa Teresita).
Estuvo hablando de su tumor y su metástasis en los pulmones, decía:  “Antes de saber lo de la metástasis aún confiaba en la solución médica, pero ahora ya sólo me queda confiar en Dios. Por otra parte es Dios el que me ha concedido tener una vida tan feliz … por eso tiene que comprender que ahora me cueste tanto dejarla y que le pida que no sea así, que quiero seguir con mi familia, realizar un futuro con mi novio Julen,  ... Pero estoy ofrecida a lo que Dios quiera" (16 de Junio a las 4 de la tarde 2006)

Dios le hizo aceptar Su Voluntad
“Procuro no preocuparme ya de mi misma en nada y dejar en sus manos lo que Él quiera obrar en mi alma””.
(Santa Teresita, carta 244 al abate Belliere- 21 - VI-1897).
Poco a poco su voluntad se iba uniendo cada vez más a la del Señor. En Agosto del año pasado decía en el encuentro nacional de Juventud en Pamplona: “Lo normal  es que yo hubiese estado con vosotros de voluntaria,… pero Dios me ha pedido otra cosa: [… ] un tumor, un cáncer”. En Febrero de este año a los jóvenes que iban de peregrinación a Fátima les mandó una carta diciendo: “Por favor pedid también por mí a nuestra madre, nuestra Señora de Fátima, para que me cure y otro año vuelva con vosotros a verla o para que me ayude a ser fuerte y me reciba en el Cielo”.
A los amigos más cercanos les iba comunicando el estado de su enfermedad, así el 1 de Junio de 2007, a los que rezaban por ella les decía: “Como veis seguiremos luchando con todos los medios que el Señor nos ponga en nuestras manos, pero más que nada seguiremos confiando en su Misericordia. Cielo, enfermedad larga o curación, lo que Él disponga será lo mejor y ahora más que nunca nos sentimos totalmente abandonados en su Corazón”. Y el 30 de Agosto en una conversación decía: “Si Dios me cura quiero ser santa y hacer cosas por Él y por los demás, y si no me cura y me toca ir al cielo desde allí seguiré pidiendo por todos vosotros”.

Querer lo que Dios quiera
Este querer lo que Dios quiera se muestra en una conversación que tuvo el pasado 15 de Marzo (2007) con una amiga suya a través del Chat, hablaban:
-Iciar: [¿qué tal] tu novio?          
-Amiga: Mi novio muy bien, pero..Iciar...hemos pasado una temporada muy mala.
-Iciar: ¿y ya  mejor?
-Amiga: Bueno..se supone..pero no sé Iciar.....lo he rezado mucho...y es que es muy largo..pero tenemos que ver si Dios nos quiere juntos  o no…
-Iciar: yo también he tenido que rezar mucho lo de Julen [mi novio]
-Amiga: Te entiendo mucho. ¿y cómo has conseguido verlo? ¿con el tiempo o por una gracia del Señor?
            -Iciar: “Rezando mucho, ofreciendo muchos sacrificios por él y sobre todo poniéndolo en manos del Señor. Dile: lo que Tú quieras, y si no quieres esto ayúdame”
-Amiga: Vale...seguiré ese modo. Ya se lo digo, sólo quiero hacer lo que Él quiera. Me está dando muchos comederos de cabeza.
Iciar: Es difícil porque yo ahora tengo que querer estar enferma. Pero sólo eso te da paz.
-Amiga: ya...tu situación es muy difícil. ¿Cómo es eso de que tienes que querer estar enferma?
-Iciar: Si Dios me quiere enferma pues tengo que querer lo que El quiera. Pero tiene truco: le pido que me quiera sana.
-Amiga: ja, ja!! qué graciosa eres! …Es muy difícil lo  que vives, pero tienes la suerte de vivirlo a Su lado. Me encantaría que sigas siendo tan fuerte como eres.
-Iciar: Espero que Dios me siga ayudando.
-Amiga: sí.....claro que va a seguir,… ¿sientes mucho Su ayuda Iciar?, ¿ le sientes cerca o te cuesta?
-Iciar: pues si y no es de broma, soy súper feliz
-Amiga: ¡que suerte!... ¡cómo  me alegra leer eso!, eso es envidiable..y ¿qué sientes?
-Iciar: no sé, es que toda la vida me ha bendecido, tengo de todo lo importante: mucho amor y fe,
no me da miedo morirme.
-Amiga: ¿no te da miedo?
-Iciar: no, me da pena dejarle a Julen solito. Cuando pensé en dejarlo, Dios me dio fuerzas y me recordó: "¿qué tienes tú que no hayas recibido?”. Sentía que Dios me quería con él y que tenía que aprender a confiar. Sí, ahora me toca confiar en que si me muero Dios le puede hacer feliz sin mí… la vida son continuas pruebas de confianza.
-Amiga: ya... eso es difícil...¿tu piensas que sanarás Iciar?
-Iciar: Si Dios quiere mañana estoy curada. Si no, será para bien. Aunque me da una pena [enorme]. Quiero vivir, pero prefiero irme al cielo ahora con 24 que luego apartarme de Dios. No me vale de nada la salud sino me vale para crecer en santidad.
-Iciar: Tú mucho ánimo. Irás viendo en la oración. Tú si ves que Dios te da paz con lo de tu novio, confía, …si no, confía en que dejarlo es lo mejor aunque sufráis. Soy fría porque no le conozco, lo siento, se que lo estarás pasando mal…


Dios le enseñó a ofrecerse con Él
 “Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento.
Entre los discípulos del mundo, sólo encuentra ingratos e indiferentes,
y entre sus propios discípulos ¡qué pocos corazones encuentra
 que se entreguen a él sin reservas, que comprendan toda la ternura de su amor infinito!”
(Santa Teresita)
           
Jesús le fue uniendo a sí: “Me quedo muchos ratos mirando a la cruz que hay en mi habitación y esto me ayuda”. Ante esa cruz, que señalaba en cada cambio de habitación, es ante la que recobraba sentido todo. De ella recibía la fuerza para decir: “Cada pinchazo, cada momento en que se me pinzaban nervios en la pierna... lo ofrezco por una persona, o por una intención” (Iciar 16 de Junio 2006).
El 5 de Agosto del 2006, ya con la metástasis en los pulmones, decía en la Catedral de Pamplona ante cientos de jóvenes: “hemos de darnos cuenta que tenemos mucha suerte de tener fe, pues esta nos hace tener la esperanza en el cielo, entender que estamos aquí de paso y que tenemos que vivir mirando al cielo y eso te ayuda a llevar la enfermedad [como cualquier cruz que toca sufrir]. Doy gracias a Dios que me ha dado la fe y a mi familia que me la ha trasmitido (…)
El sentido de esto: Como Jesús nos salvó por medio de la Cruz así nosotros podemos ofrecer los sufrimientos, yo los ofrezco por un montón de cosas, la gente me dice reza por tal, o por cual, y yo los ofrezco por eso y Dios te escucha, es muy grande que Dios, que lo puede todo, se valga de nosotros que somos tan poca cosa, tan inútiles, para ofrecer cualquier cosa: las amas de casa, su trabajo; los estudiantes, el suyo; yo que estoy enferma, lo mió…”(aquí se emocionó)  “y de verdad se ve que da resultado. Dios coge esas cosas y hace pequeños milagros. Gente por la que yo rezo, amigos ateos de la universidad que han ido a poner una vela a la Virgen, o gente que no sabía rezar y que está rezando, hay tantas cosas por las que rezar: Por la paz, por los pecadores, por la Iglesia, por los sacerdotes, …y saber que con el día a día a Dios ya le vale, tenemos mucha suerte”.
Yo le pido al Señor que me cure, no quiero que parezca que me quiero morir, quiero curarme y se lo pido con lágrimas, y a la Virgen, pero que también son momentos de prueba en los que uno dice: ¿pero Dios me quiere y me hace esto?…, pero hay que entender que los momentos duros son cosas que Dios nos manda por nuestro bien y que aunque no lo entendamos… ¡que confiéis en Dios! Yo nunca había dudado de Su Amor, siempre había tenido todo lo que había querido. He tenido amigos buenísimos, una familia buena, un novio bueno, nunca me había faltado de nada,… y no vale estar seguro del Amor de Dios en las cosas buenas, y en las malas no. Supongo que Él entiende que dudemos en las cosas malas, pero tenemos que confiar, la Virgen nos ayuda y Él nos va dando fuerzas cada día, Él nos ayuda” (5 de Agosto del 2006).
           
Iciar tenía tan asumido el sentido del sufrimiento, que hasta bromeaba sobre ello. Le decía a su hermano seminarista riéndose: “Vamos a hacer prácticas… Yo soy una chica que me estoy muriendo de cáncer y te pregunto: ¿cómo puede ser que Dios sea bueno y me quiera si me trata así?... A ver, contesta”.
Antonio, su hermano seminarista, le decía: “Vamos Iciar, no hagas eso…” como diciendo “no juegues con eso…”. Ella riéndose respondía: “Tienes que estudiar más…Je, je, je”. Ella tenía resuelto este tema uniéndose a Cristo en la Cruz.

Un día me envió por correo electrónico un poemilla que había encontrado y que desde entonces rezaba. Lo introducía así: Te mando la oración que me ha gustado tanto y que suelo hacer, y el nombre de la autora no es conocida, pero no me la he inventado, eh?”.

Si para que yo te alcance
y me concedas tu AMOR
tienes que entrarme en tu Noche,
aquí me tienes, Señor.
Si para que el mundo sepa
que Tú estás en el dolor
tienes que inmolar mi cuerpo,
aquí me tienes ,Señor.
Si para que el hombre vea
tu paternal protección
tienes que dejarme sola:
aquí me tienes ,Señor.
Siempre me has hecho dichosa
me has dado tu comprensión
has enjugado mis lágrimas,
concedido tu perdón.
Hoy, después de tantos años
sólo tengo esta ambición:
decirte sinceramente
“aquí me tienes, Señor”. Amén.
Mercedes Fernández del Pino

Le hizo apóstol de la palabra y del sufrimiento
“Tengo la vocación de apóstol,… quisiera ser misionero,…mártir…” (Santa Teresita).
En aquella carta que escribió a los jóvenes camino a Fátima les decía: “Estaré estos días ofreciendo mi enfermedad por cada uno de vosotros, para que descubráis el Amor que Cristo y María nos tienen, que es lo que a mí me da la fuerza cada día para seguir luchando y es lo que a vosotros os mantendrá en pie cuando lleguen momentos de sufrimiento”.
Iciar tenía gran cariño a la Virgen María, rezaba siempre el rosario en familia, llevaba siempre el escapulario de la Virgen del Carmen y le gustaba mucho peregrinar a sus santuarios: Iciar, Lourdes, Fátima…con pena de no poder ir con ellos esta vez les exhortaba: No dejéis de mirar a María, aprovechar bien estos días para descubrirla por primera vez o de nuevo, ella os llevará a Jesús y cuando volváis a casa intentar mantener lo que habéis vivido aquí rezando cada día un ratito e intentando evitar aquellas cosas que os alejen de Dios y que os quitarán la Paz y la Alegría que solo Dios te da” (Febrero 2007).
Olvidada totalmente de si se preocupaba por la fe de los que rezaban por ella: “Me preocupa la gente que no teniendo mucha fe, está pidiendo por mí y haciendo las novenas  pidiendo para mi fortaleza y curación, Me alegro que las hagan pero pienso que si no me curo, igual es contraproducente y dejan de rezar. No se dan cuenta de que aunque no me cure Dios me está dando mucha fuerza para llevar todo esto, y eso también lo están pidiendo, y es un gran milagro que Dios me concede”. (28 de Mayo de 2007).

«Os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca» (Jn 15, 16).
 “Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas” (Santa Teresita).

Son muchos los frutos que hemos ido viendo a lo largo de estos meses de ofrenda de Iciar, y los seguimos viendo ahora. Muy especialmente frutos de santidad y de crecimiento interior. Son muchos los que viendo la entrega de Iciar han recibido gracia interior y han perdido el miedo a entregarse de verdad.
Lo que hemos visto de Iciar nos habla a todos de la acción de Dios en un alma pequeña, que se olvida de sí misma para confiar totalmente en El y es capaz de vivir con paz y convirtiendo en ofrenda de amor lo que a los ojos del mundo es una tragedia.
Iciar es fruto de la Gracia Misericordiosa del Corazón de Cristo y nos habla de que haciéndonos pequeños, humildes y confiando en Dios, todos podemos llegar a la Santidad, al Amor pleno de Caridad.
Ojalá que hoy todos pasemos a ser, ante Dios, una de esas “almas pequeñas, instrumentos y víctimas del Amor Misericordioso de Dios” que conscientes de nuestra “pobreza” y  con “una esperanza ciega en Su Misericordia” le digamos llenos de Amor al Señor como tantas veces le decía Iciar : “no soy mío, soy tuyo y haz con lo tuyo lo que quieras”.
Él estará con nosotros todos los días dándonos su Fuerza y su Paz, y podremos cantar llenos de alegría aquí y en el cielo: “Dad gracias al Señor porque es bueno, por que es eterna su Misericordia”.

Santiago Arellano Librada, hnssc