martes, 26 de junio de 2012

A la antigua, pero hoy.

En varios blogs he visto este video, y al principio me dio un poco de pereza por lo largo que es, pero al verlo repetidas veces en diferentes rincones de internet me convencí de verlo, y hay que decirlo, merece la pena. Yo lo veo como un testimonio como el que podría dar San Pablo hace dos milenios, pero con los medios de hoy: micrófonos, cámaras... youtube. En lugar de irse a la plaza de una ciudad griega a gritar a todo el que pase que Jesucristo es el hijo de Dios y Salvador, esta mujer, como otros muchos, lo que hace es dar una conferencia, que no deja de ser sutestimonio de Cristo, no deja de ser una mujer contando lo que ha visto. Os recomiendo verlo, aunque si no lo podeis ver de un tirón hacerlo de varias tacadas como yo, pero compensa verlo.

martes, 19 de junio de 2012

Caminemos

Caminemos ¿Por qué no? Caminemos… lancémonos, si no hay nada más que hacer, si Dios me ha dado estos dos pies y un camino bajo ellos, y una dirección, y una meta. Caminemos. No sé nada de lo que me espera, no sé qué comeré o beberé, no sé ni siquiera si tendré algo que comer y beber, no sé dónde dormiré.
Pero ¿Quién sabe? Pocos saben en realidad lo que les espera, muchos creen saber, creen tenerlo todo controlado, tener controlada la vida, su vida… mentira, ensoñación, ilusión… Controlamos muchas cosas, pero son cosas pequeñas, tormentas, terremotos, volcanes; controlamos átomos y moléculas; somos los señores de la electricidad. Rascacielos, aviones y satélites; conocemos el movimiento de los astros, las mareas del mar y los vientos de los cuatro puntos cardinales. Sí, y podríamos seguir largo rato y escribir una larga lista. No son más que pequeñeces. ¿Quién puede siquiera controlar su vida? Eso es grande, y ¿qué humano puede hacer tal cosa?

Todo el mundo creado por los hombres no durará más que los mismos hombres que lo construyeron. Sus edificios y carreteras, todo caerá con ellos. ¿Qué les queda entonces? Nada que ellos hayan ingeniado y creado. Tan solo les quedará mirar a lo que ya tenían desde el principio, sus pies y el camino bajo ellos. Su vida y sus decisiones en ella, vivirla o renunciar.

Preguntadme “¿De qué sirve vivir?” Y yo respondería “¿De qué sirve morir?” Morir moriremos queramos o no, da igual lo que decidamos, la elección sobre la muerte no nos corresponde. Pero la de la vida sí, podemos elegir vivir, o, siendo más humildes, podemos elegir intentarlo. He oído a Martín Valverde decir “todos los hombres se mueren, no todos los hombres viven”. Caminemos hacia la única meta que merece la pena, Dios. Y caminemos con esperanza, que Él no duerme, que Él –según dicen, y yo lo creo- nos espera, y lo hace con más ganas que nosotros mismos.

Este domingo pasado, una persona de unos trece o catorce años me dijo cuál era su lema de vida: “que cuando muera voy a ir al cielo”. Con esa convicción… caminemos, ¿qué hay que temer?

domingo, 10 de junio de 2012

Antes o después... habrá que despertar.

Es verdad; pues reprimamos
esta fiera condición,
esta furia, esta ambición,
por si alguna vez soñamos;
y sí haremos, pues estamos
en mundo tan singular,
que el vivir sólo es soñar;
y la experiencia me enseña
que el hombre que vive, sueña
lo que es, hasta despertar.

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte!

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
de estas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

(Fragmento de "La vida es sueño",

miércoles, 6 de junio de 2012

Efecto hormiga

Que muchas veces no le ves nada bueno a tu vida, que miras a tu alrededor y sólo ves desgracias, que la tristeza muchas veces te gana la partida, que quieres vencerla pero ni sabes cómo hacerlo, que quieres superar los baches, que quieres, en lo más hondo de tu ser, levantarte. Eso lo sé, ¿y sabes? Lo comprendo y lo comparto. Pero cuánto daño nos hace gritar nuestras desgracias a los cuatro vientos, y cuánto daño nos hace repetírnoslas a nosotros mismos. ¿Sabes? Creo… creo que ese es gran parte del problema, que nos concentramos en lo malo, que nos obsesionamos con “salir del agujero”, incluso los que rezamos lo hacemos para que Dios nos saque del hoyo. A mí me pasa, que lo que hago es literalmente hacerle una lista de cómo tiene que hacerme, de qué tiene que quitarme y qué tiene que darme; le doy las instrucciones para que me vuelva a crear, porque parece ser que Él me hizo mal en un principio.

Creo que esa dinámica en la que sólo nos centramos en lo negativo nos reduce a eso, a lo negativo, y nos olvidamos de todo lo demás. Es una especie de retroalimentación del pesimismo. Pero resulta que en la realidad hay muchas más cosas buenas que malas, si pudiéramos ver la realidad con los ojos de Dios, aunque sólo fuera por un instante, lloraríamos como nunca lo hemos hecho en nuestra vida, y no de pena, sino de pura felicidad; si pudiéramos vernos a nosotros mismos como nos ve Dios, entenderíamos por qué existimos. Pero aunque nosotros no podamos poner nuestra visión en “modo Dios” para ver igual que ve Él, sí existe una cosa que es el “efecto gracias”.

Todos tenemos algo por lo que dar gracias a Dios, y el simple hecho de buscar un acontecimiento concreto o una persona en nuestra vida y dar gracias de corazón por ello hace que suceda como con las hormigas, que al principio no ves ninguna, pero cuando consigues localizar una aparecen centenares de ellas por todos lados, y te puedes estar un rato largo dando gracias a Dios. Pero el “efecto gracias” no se queda en eso, no significa simplemente que encuentres muchas cosas que agradecer a Dios, sino que a cada “gracias” te va gustando más decir “gracias” y buscas un nuevo motivo por el que agradecer, y así descubres que toda tu vida, entera enterita, es un motivo para dar gracias.

¿Sabes? Creo que el “efecto gracias” se asemeja un poco al “modo Dios”.