viernes, 16 de diciembre de 2011

La trinchera

"Ignoro e ignoraré". Así nos definió un profesor la actitud del agnóstico. Y a continuación nos dijo pausadamente y con esa voz raspada de viejo luchador: "quedarse en la trinchera es muy cómodo". Nos explicó que en la mili el quedarse en la trinchera, protegido y a salvo en esa zanja cavada en la tierra, era la actitud de los cobardes. No era la actitud más inteligente, sino la más cobarde.

Quedarse en la trinchera del agnosticismo, diría él, no es la actitud más inteligente cuando uno se enfrenta al problema del Absoluto (de Dios) y de la verdad en general. Quedarse en la trinchera no es lo más inteligente, es lo más cómodo. Hay que salir de la trinchera y luchar, hay que lanzarse a por el enemigo, y el peor enemigo para la mente es el error, es la mentira, es el engaño; y su peor actitud es el quedarse quieta y no arriesgarse. Un filósofo no es el que más duda y el que más preguntas se hace, un filósofo es el que más ama la sabiduría y es por tanto el que menos miedo tiene a lanzarse a por la verdad. No hay sabiduría sin verdad, no hay filósofo sin verdad. Pero es cierto también que no hay sabiduría sin preguntas, y es necesario preguntarse por las cosas. Pero preguntarse por las cosas no significa dudar de todo.

Durante un tiempo yo creía efectivamente que la postura agnóstica era la más inteligente. Es realmente difícil llegar a conclusiones racionales para averiguar si Dios existe o no existe. No se puede decir, así como así, que Dios existe, ni tampoco que no existe ¿Qué pensar entonces? Fácil: no podemos saber. Saber si Dios existe o no es imposible para el hombre; puede que exista o que no exista, pero yo nunca lo sabré. Yo nunca lo sabré, pero no me vengas con que tú si lo sabes, porque tampoco tienes ni idea, así que déjame en paz. "Ignoro e ignoraré".

"No puedo saber si ganaremos o perderemos, y tu tampoco lo sabes, así que déjame que me quede en la trinchera a ver qué sucede..." Claro, si no salimos a luchar seguro que no ganaremos, si no salimos a pensar seguro que no conoceremos. Y salir de la trinchera no significa asomar un ojo entreabierto a ver qué sucede, significa salir a cuerpo entero y eso significa arriesgarse. Arriesgarse intelectualmente significa aceptar que uno puede equivocarse y que quizás tenga que dar un paso atrás y reconocer sus errores. ¿Pero qué problema hay en eso? Se aprende de los errores se suele decir, si no fallas nunca quizás no aprendas nunca.


Creo y pienso que la verdad es asequible a la mente humana. No en toda su riqueza y plenitud, pero sí parte de ella. Creo que hay mucha diferencia entre no conocer nada de la verdad y conocer solo un poco (Un infinito abismo de diferencia) y creo que merece la pena lanzarse a conocer ese poco.

No sé si habéis visto la película Matrix. Salir de la trinchera es seguir al conejo blanco escoger la pastilla roja. Morfeo le ofrece dos pastillas, la azul le devuelve a la ignorante y falsa felicidad de Matrix; la roja le abre las puertas al mundo real. Cuando Neo va a escoger Morfeo le dice: "Recuerda Neo, lo único que te ofrezco es la verdad, nada más".

sábado, 10 de diciembre de 2011

Súbdito de un Rey venidero...

Súbdito de un Rey venidero, aún no encuentro hombre sobre la tierra a quien servir. No hay nadie sobre la tierra a quien pueda llamar, de corazón, Rey. Ni lugar en el universo que pueda llamar hogar.

Quietos mis pies, camino hacia un Reino que aún está por llegar. Su Rey ya vino para anunciarse, para darse a conocer. Nació entre reyes y pastores, pues Él ha de ser Rey de todos, Rey de pastores y Rey de reyes.

Coronado de espinas, vestido de heridas abiertas sobre su trono de madera…

Nuestro rey ha muerto -pensamos-, ha desaparecido, se lo han llevado, todo era mentira. Pero una voz desde las afueras trae una noticia: han visto a nuestro Señor, en realidad no le han matado ¡Quién puede matar a nuestro Rey! Al contrario, la muerte ha muerto bajo las heridas de sus clavos.

…Raboni…

¿Qué vamos a hacer sin nuestro Rey? Otros muchos quieren ocupar su lugar mientras Él está fuera, pero solo hay un Rey legítimo. Su llegada se hace lenta. Tenemos claro a quien servimos, sin embargo nos toca esperarle.

El camino se hace quizá más duro que nunca, pero no pocas veces el tramo más duro es el final. ¿Y qué si me dicen que nunca vendrá? Dolor sin esperanza, no quiero de eso, dolor y esperanza son compatibles.

¿Qué se creen? ¿Qué no me duelen los pies a veces? ¿Que no tengo ganas de sentarme a un lado del camino? ¡Claro! Pero cuando venga quiero que me encuentre en marcha. Además, me duele más el corazón al recostarme que los pies al caminar

El camino es duro, y por eso es bueno recordar que este pueblo marginado no se ha quedado sin Señor.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Pobre barquilla mía - Lope de vega

Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola:

¿Adónde vas perdida?
¿Adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas.

Como las altas naves
te apartas animosa
de la vecina tierra,
y al fiero mar te arrojas.

Igual en las fortunas,
mayor en las congojas,
pequeño en las defensas,
incitas a las ondas.

Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras.

Cuando por las riberas
andabas costa a costa,
nunca del mar temiste
las iras procelosas.

Segura navegabas;
que por la tierra propia
nunca el peligro es mucho
adonde el agua es poca.

Verdad es que en la patria
no es la virtud dichosa,
ni se estimó la perla
hasta dejar la concha.

Dirás que muchas barcas
con el favor en popa,
saliendo desdichadas,
volvieron venturosas.

No mires los ejemplos
de las que van y tornan,
que a muchas ha perdido
la dicha de las otras.

Para los altos mares
no llevas cautelosa
ni velas de mentiras,
ni remos de lisonjas.

¿Quién te engañó, barquilla?
Vuelve, vuelve la proa,
que presumir de nave
fortunas ocasiona.

¿Qué jarcias te entretejen?
¿Qué ricas banderolas
azote son del viento
y de las aguas sombra?

¿En qué gabia descubres
del árbol alta copa,
la tierra en perspectiva,
del mar incultas orlas?

¿En qué celajes fundas
que es bien echar la sonda,
cuando, perdido el rumbo,
erraste la derrota?

Si te sepulta arena,
¿qué sirve fama heroica?
Que nunca desdichados
sus pensamientos logran.

¿Qué importa que te ciñan
ramas verdes o rojas,
que en selvas de corales
salado césped brota?

Laureles de la orilla
solamente coronan
navíos de alto borde
que jarcias de oro adornan.

No quieras que yo sea
por tu soberbia pompa
faetonte de barqueros,
que los laureles lloran.

Pasaron ya los tiempos
cuando, lamiendo rosas,
el céfiro bullía
y suspiraba aromas.

Ya fieros huracanes
tan arrogantes soplan,
que, salpicando estrellas,
del sol la frente mojan.

Ya los valientes rayos
de la vulcana forja,
en vez de torres altas,
abrasan pobres chozas.

Contenta con tus redes,
a la playa arenosa
mojado me sacabas;
pero vivo, ¿qué importa?


Cuando de rojo nácar
se afeitaba la aurora,
más peces te llenaban
que ella lloraba aljófar.

Al bello sol que adoro,
enjuta ya la ropa,
nos daba una cabaña
la cama de sus hojas.

Esposo me llamaba,
yo la llamaba esposa,
parándose de envidia
la celestial antorcha.

Sin pleito, sin disgusto,
la muerte nos divorcia:
¡Ay de la pobre barca
que en lágrimas se ahoga!

Quedad sobre el arena,
inútiles escotas;
que no ha menester velas
quien a su bien no torna.

Si con eternas plantas
las fijas luces doras,
¡oh dueño de mi barca!,
y en dulce paz reposas,

merezca que le pidas
al bien que eterno gozas
que adonde estás me lleve
más pura y más hermosa.

Mi honesto amor te obligue;
que no es digna victoria
para quejas humanas
ser las deidades sordas.

Mas ¡ay, que no me escuchas!
Pero la vida es corta:
viviendo, todo falta;
muriendo, todo sobra.

viernes, 2 de diciembre de 2011

El trabajo de un semestre.

Aquí dejo mis trabajos de este semestre. Qué poca cosa parecen... y cuánto tiempo han llevado.

De la asignatura de "ética especial, principios, virtudes e instituciones":
    - Un comentario de un texto de Kant llamado "Idea para una historia universal con propósito cosmopolita" (Ver aquí)

De "Filosofía Política":
    - Un comentario sobre la libertad en "el segundo tratado sobre el gobierno civil" de John Locke

De "Matrimonio y familia":
   - Un comentario de unas páginas de "La agonía del matrimonio legal" de Pedro-Juan Viladrich (Ver aquí)

De "Teodicea":
   - Dios en Berkeley (Ver aquí)
   - Dios en Descartes (Ver aquí)
   - Reseña larga de "Cuatro filósofos en busca de Dios" de Alfonso López Quintás" (Ver aquí)
   - Trabajo de investigación sobre Blaise Pascal (solo pongo la introducción y las conclusiones porque el trabajo es largo, si a alguien le interesa le recomiendo el libro que me he leído yo. Se llama "Pascal" y está escrito por Federico Sciacca. Es realmente bueno, se lo recomiendo a todo el mundo) (Ver aquí)

Bueno, pues estos son. He hecho alguno más, pero no lo pongo porque no me gusta nada. Los de Descartes y Berkeley son más filosóficos que los demás. Los dos libros de los otros dos trabajos de teodicea son muy buenos, tanto el de Pascal como el de Cuatro filósofos en busca de Dios.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Las moscas - Antonio Machado

Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.

¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!

¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!

Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,

—que todo es volar—, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales…
Moscas de todas las horas,

de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,

de siempre… Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado

sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.

Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Ojos brillantes


Me parece sencillamente genial, ya se que son 20 minútos y que da pereza, pero es muy bueno, que la pereza no te prive de ver este video. Quien me lo enseñó me dijo que le había cambiado la vida; no es que le vaya a cambiar la vida a todo el que lo vea, pero a nadie va a dejar indiferente. ¡Que lo disfrutéis!

domingo, 30 de octubre de 2011

Exterior / interior


"¡Poderse ver desde fuera! ¡Poderse ver desde fuera! Esto he deseado muchas veces" "¡Dejar un nombre! (...) Parece imposible que se ame más al nombre que a sí propio. He aquí la forma de la mortal esclavitud que hace que sacrifiquemos nuestra realidad a la apariencia que de nosotros hay en las mentes ajenas, que sacrifiquemos nuestro propio ser al concepto que de nosotros se ha formado el mundo"  
 
Esto se decía Unamuno a sí mismo en una de sus reflexiones. Por importarle demasiado lo que los demás piensen de él y por buscarse a sí mismo desde fuera, mirándose a sí mismo desde fuera (como los demás le ven), acabó por perderse a sí mismo. S. Agustín ante un dilema parecido encontró una solución muy diferente:

"No vayas afuera, entra dentro de tu alma, porque en el hombre interior habita la verdad; y, si hallares que tu naturaleza es mudable, trasciéndete a tí mismo, más no olvides que, al remontarte sobre las cimas de tu ser, te elevas sobre tu alma, dotada de razón. Encamina, pues, tus pasos allí donde la luz de la razón se enciende. Pues ¿adónde llega todo buen pensador sino a la verdad?"

lunes, 24 de octubre de 2011

Castillo de Acher

Esto que veis es el Castillo de Acher, un pico del pirineo aragonés. Ayer me fui con unos amigos a subirlo... hoy casi no puedo ni andar.

Hay que decir que es precioso, un paisaje magnífico. La primera mitad de la subida se hace entre árboles, atravesando un bosque que, tengo que reconocer, no sabía que pudiera tener tantos colores. A partir de ahora, cuando me hablen de un bosque, se acabó el imaginarme un montón de troncos marrones con copas verdes, nada más lejos que eso. Una inmensa gama de amarillos, marrones y verdes te acompaña a lo largo de ese tramo del camino.

Empezamos a un ritmo más alto del que yo iba a poder aguantar, pero los compañeros con los que fui no tuvieron problemas. Cuando estábamos llegando al final del bosque, yo me empecé a sentir agotado, las piernas me pedían parar. Miré el reloj y vi que llevábamos unos 50 minutos "lo que me queda" pensé (me dijeron que eran unas tres horas de subida). Poco después de salir del bosque la cosa se puso muy cuesta arriba y me desfondé. Tuve que parar mientras que los demás siguieron subiendo; aunque no de ellos se quedó conmigo. Ya me iba dando cuenta de algo más o menos evidente: no iba a llegar a la cima. No habíamos llegado a la mitad y yo ya no podía más.

Comí algo y bebí un poco de agua. Dicen que me dio una "pájara", vamos, que me quedé sin energías. Aprendí que cuando vas al monte la clave es encontrar tu ritmo, no todos pueden ir al mismo, y si intentas ir más rápido te pasa lo que a mí, que te vienes abajo. "Si encuentras tu ritmo puedes subir lo que sea" me dijo el que se quedó conmigo. Reanudamos la marcha. Yo ya pensaba "bueno, llegaré hasta donde pueda", me daba rabia no llegar hasta la cima, pero si no se puede no se puede, y alas todavía no he desarrollado.

Empecé a ir a un ritmo más lento, yo por mi cuenta y los demás por delante. Pasito a pasito y con breves paradas para contemplar lo que dejaba a mis espaldas, finalmente conseguí llegar a la cima. Una experiencia increible que aconsejo a todos. Subí la última piedra y allí estaban mis compañeros, contemplando el paisaje. El viento casi te hacía volar, pero las vistas y la sensación de estar ahí arriba después de haberlas pasado canutas mereció la pena.

viernes, 21 de octubre de 2011

Contra el argumento ontológico

Ya expuse hace unos días el argumento ontológico de S. Anselmo. Lo he estado estudiando un poco, y esto significa que he tenido que leer objeciones y respuestas a este argumento de distintos filósofos. Como ya dije, prácticamente todos los grandes filósofos hasta la modernidad lo han aceptado como bueno, pero Kant y Sto. Tomás no son de ellos.

Durante el tiempo que estuve leyendo sobre él pasé por ambos bandos: ahora me lo creo, ahora no, ahora me convence, ahora no… Cambié de opinión varias veces, pero ahora creo haberme asentado firmemente en una de ellas: el argumento ontológico es una falacia, es falso.

S. Anselmo y Descartes entre otros dirían que Dios es lo máximamente pensable, lo más perfecto que se puede pensar, y como existir es más perfecto que no existir (una isla que existe es más perfecta que una que no existe), necesariamente Dios existe. A esta forma de pensar se le puede atacar dos puntos: el que ataca Sto. Tomás y el que ataca Kant; aunque en parte están atacando lo mismo. Se trata más bien de atacar el mismo punto desde distintos ángulos.

El medieval diría que hay que separar la realidad externa, la “de fuera”, de los pensamientos. No es lo mismo lo que pensamos y la realidad externa a nuestros pensamientos. Podemos pensar que Dios es perfecto, pero que en realidad no sea así. Es posible que la realidad sea diferente a como nosotros la concebimos mentalmente. Se trata simplemente de darse cuenta de una cosa: nuestra mente es imperfecta. Nosotros concebimos mentalmente que Dios es perfecto, por tanto le corresponde mentalmente la perfección, pero no le corresponde realmente la perfección, es decir, que eso en lo que pensamos, y que pensamos como perfecto, no tiene por qué existir.

Por otro lado, Kant argumentaría lo siguiente: Dios es lo más perfecto, es cierto, pero el error está en creer que la existencia es una perfección más. Los ontologistas (defensores del argumento ontológico) afirman que como existir es más perfecto que no existir, entonces Dios debe existir. Pero esto sería poner al mismo nivel la existencia y otras perfecciones, como pueden ser la omnipresencia, o tener sabiduría infinita, o poder infinito. Pero la existencia no es una perfección más que esté equiparada a esas, sino que es la base necesaria para que se den esas perfecciones. Es la “condición sin la cual” no se pueden dar las demás perfecciones.

La idea sería, aunque suene un poco absurdo, que Dios es perfecto si existe, porque si no existe no es perfecto. Parece lo más evidente, y es así, es evidente, pero el argumento ontológico te puede hacer olvidarlo, tiene algo que lo hace sumamente creíble si lo piensas a fondo. Pero repito: hay que pensarlo. Igual que para descubrir por qué es falso, la clave está en interesarse y pensar uno mismo y sacar conclusiones.


Cuando pensamos en las cosas las pensamos bajo el supuesto de que existen. Si te piden que pienses en una isla la piensas con arena, árboles y un montón de cosas materiales. Esas cosas realmente no existen, esa isla no existe, pero tú la piensas como si existiera, para poder imaginártela bien. No piensas en la isla como “isla simplemente pensada”, sino como real. Con Dios sucede lo mismo: pensamos en Dios como existente y de ahí deducimos que existe, pero porque lo pensamos desde un principio como existente.

Es posible que no se entienda nada de lo que he dicho, pero si dedicáis un tiempo a reflexionar sobre ello creo que os sorprenderéis a vosotros mismos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El árbol de la vida

¿Por qué el dinosaurio grande no se come al pequeño? Al terminar la película esta duda me carcomía por dentro. Bueno, seamos sinceros, muchas otras dudas rondaban mi cabeza al terminar. Ya me habían dicho que ésta era una película curiosa. Me habían dicho que es de esas que pueden causar dos reacciones, y sólo dos; repulsión o admiración; o bien te encanta (en el sentido más literal de la palabra "encantar") o bien te aburre soberanamente. De hecho también me habían dicho que mucha gente se sale del cine en medio de la película. Le pregunté a un amigo que ya la había visto que si le había gustado, y me contestó que no lo sabía, que no sabía si había visto una auténtica basura o una auténtica obra de arte.

Yo creo que entendí bastantes cosas, pero lo que es seguro es que otras muchas se me escaparon. Tiene mucha simbología, metáforas, etc (sobre todo bíblicas). Y juega mucho con el espectador. Sin embargo, y a pesar de todo, me parece que habla muy bien de algunas de las cuestiones más importantes de la vida: la creación, el mal, la vida, Dios... Es sin duda una forma nueva y original de hablar de ellas. Ya sé que no digo nada nuevo, que en cualquier página de cine encontraréis esto que digo y más, pero me impactó tanto que no he podido evitar comentar algo.

Aunque se anuncia como una película "para todos los públicos", no es más que una mentira. Creo que el porcentaje de gente que puede verla es muy pequeño. Y además resulta muy difícil determinar cuál es ese público apropiado para esta película. Supongo que es para aquellos que ahora o en algún momento hayan buscado a Dios, para aquellos que le han perdido y le han vuelto a encontrar, o que aún siguen buscando. Creo que es para aquellos que piensan que la vida tiene algo más que siestas y Coca colas, que trasciendan un poco (o mucho). Y aún así, no todos los que sean así podrán verla, porque es curiosa  no sólo por el tema, sino, sobre todo, por la forma de tratarlo. Es importante, creo, haber tenido ya cierto contacto con el cine “No-Hollywood”, y además tener cierta sensibilidad estética, un poco de afinidad por lo artístico.

Si te gustan las rarezas cinematográficas, te gusta trascender, y estás dispuesto a ver una película sin disparos ni sexo… ¡Adelante! 

lunes, 10 de octubre de 2011

El argumento ontológico

Lo siento mucho querido caminante, pero aquí viene un poco de ardua metafísica. Este semestre tengo teodicea, es decir, filosofía de Dios, que no es lo mismo que teología, o “estudio de Dios”. Son cosas diferentes, pero bueno, no es eso lo que ahora me importa. Lo que ahora me importa es el argumento ontológico.

¿Onto-qué...? Ontológico, pero tampoco voy a entrar al significado de la palabra "ontológico", sino que voy a pasar directamente a explicar este argumento. Se trata de un argumento que muchos filósofos han aceptado como bueno para demostrar que Dios existe, al menos hasta la modernidad. Sin embargo, dos de los más grandes filósofos de la historia, como son Sto. Tomás y Kant, lo rechazan; lo cual da que pensar.

De hecho, vamos a pensar… piensa por un momento en Dios. No importa lo que creas, o lo que pienses, o lo que comas los martes por la noche. Piensa en Dios ¿Cómo es? puff... es complicado, ¿Alguien que está por encima de las nubes y que nos observa y nos oye los pensamientos? bueno, es una forma de verlo, pero hay una cosa que es segura: Dios es perfecto. Sea lo que sea la perfección, Dios tiene que ser perfecto. Si el Dios en el que has pensado no es perfecto, vaya birria de Dios (con perdón) te has imaginado. Por tanto, si nos imaginamos a Dios lo imaginamos como perfecto.

Ahora imagínate a Dios existiendo y luego imagínate a Dios sin existir. Ésta es la gran pregunta de la humanidad ¿Dios existe o no existe? pues bien, piensa en las dos posibilidades, primero en una y luego en otra (si eres capaz de pensar en las dos a la vez adelante, pero no sé si el experimento funciona...). Y después de haber pensado en esas dos posibilidades pregúntate, como hizo S. Anselmo hace unos cuantos siglos, cuál de esos dos dioses que te has imaginado es más perfecto, ¿el que existe o el que no existe? La respuesta parece clara: un Dios que no existe directamente no es nada y el que existe no es que sí sea algo, es que lo es todo. De hecho es perfecto, y más perfecto que el que no existe.

Por tanto, si cuando pensamos en Dios nos damos cuenta de que tiene que ser perfecto, y también nos damos cuenta de que existir es más perfecto que no existir... entonces ese Dios en el que pensamos, que es perfecto, tiene que existir, porque si no, no sería perfecto. Pensar en un Dios que no existe sería pensar en un Dios imperfecto, pero eso es contradictorio, un Dios imperfecto no es Dios.

Es decir, que del pensamiento de Dios se sigue la perfección de Dios, y de la perfección de Dios se sigue la existencia de Dios. Por tanto, del pensamiento de Dios se sigue su existencia. Esto es lo que diría S. Anselmo. Diría que cuando pensamos en Dios estamos pensando en lo más alto que podamos pensar (“aquello mayor de lo cual nada se puede pensar”). No podemos pensar nada más perfecto que Dios; por eso, en realidad no podemos pensar en un Dios que no exista (Se entiende que Zeus, Atenea y todos sus amigos no son dioses realmente, pues no son todopoderosos, únicos, omnipresentes…) No podemos pensar en Dios-sin-existir porque no estaríamos pensando en Dios, pues eso en lo que pensamos no sería perfecto y no sería Dios. Por tanto, de que podamos pensar en Dios se sigue necesariamente que existe.

Este es el argumento ontológico. Ojalá me haya explicado y se me haya entendido. Reconozco que al principio parece absurdo, como que no convence, pero si lo piensas un poco a fondo resulta mucho más convincente que a simple vista. Cuando me lo explicaron en bachillerato me pareció una tontería, pero al estudiarlo en la universidad, y no sólo estudiarlo, sino también pensarlo yo mismo, me convenció y me lo creí durante un corto tiempo; tras darle más vueltas, y al pensar también en lo que responden Kant y Sto. Tomás a S. Anselmo, creo haber descubierto la verdad, al darme cuenta de por qué el argumento ontológico es falso. Pero esto lo colgaré en otra entrada en un par de días, por el momento piensa en el argumento ontológico, y piensa si te convence o no. Pero eso sí, no lo rechaces a simple vista por parecer absurdo, examínalo a fondo, si te interesa, y no hables de él sin conocerlo, pues de lo contrario serías tú el absurdo.

domingo, 2 de octubre de 2011

Eres grande...

Te gusta la filosofía en forma de poesía, y llevado hasta los días concretos de nuestra vida. Filosofía y poesía en el aquí y ahora. Gracias Miriam, me ha encantado este poema de HenryWadsworth Longfellow.

martes, 27 de septiembre de 2011

las llaves

Hoy me ha pasado algo curioso. Me estaba acercando al portal de mi casa, y como es costumbre, empiezo a buscar las llaves completamente a ciegas en mi mochila. Meto el brazo a modo de Mary Poppins y empiezo a esquivar objetos: la funda de las gafas, el cuaderno, la armónica, y al fín las llaves, las encuentro justo cuando estoy frente a la puerta. Pero, mientras saco el brazo de la mochila con las llaves en la mano, levanto la mirada y puedo ver en primer plano cómo la puerta termina de cerrarse en mis narices. Alguien había pasado hace poco por la puerta y ésta estaba cerrándose lentamente cuando yo empecé a buscar las llaves. Es decir, que estaba tan metido en la búsqueda de las llaves que no me había dado cuenta de que no me hacían falta; bueno, al final sí que me hicieron falta, por haberlas buscado y no darme cuenta de que no me hacían falta. Es un círculo sin salida.

Otras veces me ha pasado algo parecido en Pamplona, pero con los pasos de cebra. Me obsesiono tanto con esperar el momento preciso en el que no vengan coches para cruzar que no me doy cuenta de que el semáforo ya se me ha puesto en verde...

Se pueden sacar muchas reflexiones de aquí, creo yo, alomejor un poco absurdas, pero bueno. Cosas que le hacen pensar a uno... El caso es que llego tarde a clase de latín y no puedo liarme ahora con pedaleos... Hasta la próxima!

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Agobios

Siempre me había considerado una persona tranquila, que no se estresa ni se agobia. "Take it easy" es mi lema. Pero hay veces que uno tiene que romper con los ideales heroicos de uno mismo, o como diría un viejo compañero de piso y maestro filósofo: hay que romper con los "pedales".

Realmente el día a día te presenta situaciones, te lo creas o no, capaces de agobiarte. Te pones tenso y brusco con las demás personas, pero sobre todo te haces daño a ti mismo. Uno se para a pensar y el agobio es lo más absurdo e inútil en lo que te puedes ocupar ¿Por qué nos agobiamos? Por darle demasiada importancia a cosas que no la tienen. Me explico: nos agobiamos por las cosas que tenemos que hacer en un futuro (próximo o lejano), pero que no podemos solucionar en el momento. Voy a poner un ejemplo trivial, que no tiene nada que ver conmigo: supongamos que tienes que hacer alrededor de 537 trabajos, paro los cuales tienes que leer del orden de 903 libros. Además no estás entendiendo nada de lo que te explican en una asignatura y no sabes cómo vas a sacarla (no sé, por decir algo). Lo estás dando absolutamente todo, cada minuto, pero mientras estás haciendo uno de los trabajos estás pensando de dónde vas a sacar tiempo para hacer los que te quedan. Has calculado que en lo que queda de semestre te da tiempo a hacer las reseñas y ensayos de una de las asignaturas, ¿¡Pero y las otras siete!? Y ¡¡tachán!!... ya estás agobiado.

Salía ayer de clase de latín con una compañera que se está enterando de las declinaciones y los adjetivos más o menos lo mismo que yo, y me decía "no me voy a agobiar, al final todo sale". Y yo pensé, pero no exterioricé: "¡Eso es! ¡Esa es la actitud! ¿...Pero cómo se hace...?". Es cierto que era mexicana y llevan en la sangre lo de no agobiarse más de la cuenta, pero al fín y al cabo tenía razón: al final suelen salir las cosas, y si no salén está claro que el estresarse no te ha ayudado nada.

Te agobias porque piensas en el futuro, no es que no haya que pensar nunca en el mañana, pero realmente muchas veces es inútil; lo que hay que hacer es lo que hay que hacer ahora, lo de mañana es algo que habrá que hacer, pero que no hay que hacer.. Solo puedo leer un libro al mismo tiempo, bueno, pues empecemos por el principio, hay que hacer lo que se puede, si uno ha hecho todo lo que está en su mano no tendrá nada de qué arrepentirse, pero pensar en lo que queda por hacer cuando nada puedes hacer ahora es absurdo. Además: Mt 6, 25-34 (ver aquí)

Dejo también esta reflexión (que vale mucho más que la mía) de mi profesor y maestro Jaime Nubiola: "Tiempo de agobios"

Ya sabeis: take it easy, y a disfrutar el presente.

viernes, 16 de septiembre de 2011

... (2)

Esto no me deja hacer comentarios a nadie en su blog, de hecho no me puedo ni comentar mis propias entradas... es curioso ¿verdad? Puedo escribir entradas pero no puedo comentarlas... Internet aún no ha alcanzado la perfección.
Por eso aprovecho para volver a contestar aquí:

En realidad tienes razón, si hay alguna forma de imaginarnos la nada es esa, como si estuviéramos durmiendo, y no hay nada, ni sufrimiento, ni nostalgia, sencillamente nada; un sueño sin fin.

Intenté ir por el royo poético-sentimental para convencerte, está claro que no es mi punto fuerte, o quizás no se pueda convencer a nadie así, no lo sé. Pero honestamente digo lo que pienso: La mente no es capaz de entender en su plenitud lo que significa "Dios", es decir, no somos capaces de abarcarlo, el intelecto no llega a tanto, de hecho, si así fuera, seríamos nosotros dios, y entonces estaríamos por encima de Dios y por tanto ya no sería Dios, sino un diosecillo... Creo que se me entiende, y hasta aquí todos de acuerdo. (Por no hablar de Dios y que aceptes lo que digo, cambiémoslo por "infinito", nuestra mente no es capaz de abarcar el infinito).

Pues de la misma forma, nuestra mente tampoco es capaz de entender la nada, porque en realidad, al ser "nada" ni siquiera existe, podemos hacer analogías, paralelismos o metáforas, pero nunca nos haremos cargo de lo que es la nada, o más bien de lo que no es (Pufff, metafísica, han ido calando estos dos años en mi...). Por eso intentar entender la supuesta nada que seguiría a la muerte resulta un poco extraño, aunque no digo que no haya que hacerlo o intentarlo.

Y al margen de que se pueda o no entender (o imaginar) la nada, ¿Quién nos asegura que eso es lo que hay tras la muerte? Nadie ha venido a decirnos "No te mueras tronco, yo vengo de allí y lo que he visto es muy chungo... ¡no he visto nada!". Bromas aparte, si no hay nada, no hay forma de saberlo, porque saber que no hay nada implicaría conocer esa realidad: la nada, y si lo conoces es que ya es algo y por tanto dejaría de ser "nada". (Sí, definitivamente me estoy embarrando demasiado en metafísica).
Yo sé que estas palabras no pueden convencer a nadie de que después de la vida hay algo más, mucho menos a un agnóstico que se precie de serlo, de hecho tampoco espero otra cosa. Si tan fácilmente se pudiera convencer, igual de fácil se podría engañar. Para mí el "más allá" no es una creencia a la que haya llegado después de razonar durante cuarenta días sin dormir, comer, ni beber. Es fe, y de hecho creo que así debe ser (Cristo nunca pidió inteligencia y conocimiento, sino fe y humildad). Normalmente no son los largos debates filosóficos los que acaban por convertir a la gente, por muchas cañas que haya de por medio, sino que son las experiencias personales, y puesto que Dios no es simplemente una idea, sino que es mucho más, no se llega a Él simplemente pensando. Más bien habría que hablar de que Él llega a nosotros de otras muchas formas.

Pero sea como sea, esté equivocado o en lo cierto, el tiempo finalmente revelará la verdad, o al menos eso espero. Hasta entonces: sin miedo a buscar, sin miedo a pensar, sin miedo a reconocer los errores. A ser honesto con los demás, con uno mismo y con Dios…

miércoles, 14 de septiembre de 2011

...

Y tras ese momento de nostalgia, ese breve momento en el que recuerdes un único instante de tu vida, un instante que da sentido a toda la vida, y a la muerte. Tras ese momento se hará la oscuridad, y no habrá descanso porque no hay sitio donde descansar, no habrá nadie que te bese, nadie que te abrace, con nadie podrás volver a recordar los buenos momentos que tuvo la vida, no queda nada ni nadie, estás solo, pero ni en tus propios pensamientos podrás encerrarte y distraerte porque todo habrá desparecido, nada en lo que pensar, nadie que recordar, nadie que piense... tú mismo habrás desaparecido. ¿Existe soledad mayor? en la que no puedes encontrate ni contigo mismo porque todo tu interior se habrá disuelto en una oscuridad sin fin que, en realidad, no puedes ni imaginar.

¿O no?... Existe otra posibilidad... Es posible... Es probable... y me llamas insensato por tener esperanza.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Dice la razón (Antonio Machado)

Dice la razón: Busquemos
la verdad.
Y el corazón: Vanidad.
La verdad ya la tenemos.
La razón: ¡Ay, quién alcanza
la verdad!
El corazón: Vanidad.
La verdad es la esperanza.
Dice la razón: Tú mientes.
Y contesta el corazón:
Quien miente eres tú, razón,
que dices lo que no sientes.
La razón: Jamás podremos
entendernos, corazón.
El corazón: Lo veremos.

Antonio Machado

El mendigo (José de Espronceda)

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan si doliente pido
una limosna por amor de Dios.

El palacio, la cabaña
son mi asilo,
si del ábrego el furor
troncha el roble en la montaña,
o que inunda la campaña
El torrente asolador.

Y a la hoguera
me hacen lado
los pastores
con amor.
Y sin pena
y descuidado
de su cena
ceno yo,
o en la rica
chimenea,
que recrea
con su olor,
me regalo
codicioso
del banquete
suntüoso
con las sobras
de un señor.

Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión;
que al son que cruje de la seca leña,
libre me duermo sin rencor ni amor.
Mío es el mundo como el aire libre...

Todos son mis bienhechores,
y por todos
a Dios ruego con fervor;
de villanos y señores
yo recibo los favores
sin estima y sin amor.

Ni pregunto
quiénes sean,
ni me obligo
a agradecer;
que mis rezos
si desean,
dar limosna
es un deber.
Y es pecado
la riqueza:
la pobreza
santidad:
Dios a veces
es mendigo,
y al avaro
da castigo,
que le niegue
caridad.

Yo soy pobre y se lastiman
todos al verme plañir,
sin ver son mías sus riquezas todas,
qué mina inagotable es el pedir.
Mío es el mundo: como el aire libre...

Mal revuelto y andrajoso,
entre harapos
del lujo sátira soy,
y con mi aspecto asqueroso
me vengo del poderoso,
y a donde va, tras él voy.

Y a la hermosa
que respira
cien perfumes,
gala, amor,
la persigo
hasta que mira,
y me gozo
cuando aspira
mi punzante
mal olor.
Y las fiestas
y el contento
con mi acento
turbo yo,
y en la bulla
y la alegría
interrumpen
la armonía
mis harapos
y mi voz:

Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
que no hay placer sin lágrimas, ni pena
que no traspire en medio del placer.
Mío es el mundo; como el aire libre...

Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal,
nada me aflige ni afana;
me es igual para mañana
un palacio, un hospital.

Vivo ajeno
de memorias,
de cuidados
libre estoy;
busquen otros
oro y glorias,
yo no pienso
sino en hoy.
Y do quiera
vayan leyes,
quiten reyes,
reyes den;
yo soy pobre,
y al mendigo,
por el miedo
del castigo,
todos hacen
siempre bien.

Y un asilo donde quiera
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga
mi cuerpo miserable al espirar.

Mío es el mundo: como el aire libre,
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido
una limosna por amor de Dios.
José de Espronceda

Siempre habrá poesía - Rima IV (G.A. Becquer)

No digáis que agotado su tesoro,
De asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre
Habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
De fuego y oro vista;
Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;
Mientras la humanidad siempre avanzando
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!

Mientras se sienta que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!

Gustavo Adolfo Becquer

Bendita ilusión (Antonio Machado)

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!
que una fontana fluía dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida, agua, vienes hasta mí,
manantial de nueva vida de donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!,
que una colmena tenía dentro de mi corazón;
y las doradas abejas iban fabricando en él,
con las amarguras viejas, blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!,
que un ardiente sol lucía dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba calores de rojo hogar,
y era sol porque alumbraba y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía soñé, ¡bendita ilusión!,
que era Dios lo que tenía dentro de mi corazón

Antonio Machado

Cuentan de un sabio...

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.


Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía,
y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?
Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.


(Fragmento de "La vida es sueño")

Pedro Calderón de la Barca

Retrato (Antonio Machado)

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Antonio Machado

Caminante no hay camino (Antonio Machado)

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

Antonio Machado

La canción del pirata (José de Espronceda)

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
un velero bergantín:

Bajel pirata que llaman
Por su bravura el temido,
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;

Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia aun lado, al otro Europa
Y allá a su frente stambul.

Navega, velero mío,
Sin temor,
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta ni bonanza
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.

Veinte presas Hemos hecho
A despecho Del inglés,
Y han rendido Sus pendones
Cien naciones A mis pies

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

Allá muevan feroz guerra
Ciegos reyes
Por un palmo mas de tierra:
Que yo tengo aquí por mío
Cuanto abarca el mar bravío
A quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa sea cualquiera,
 ni bandera De esplendor,
Que no sienta Mi derecho
Y dé pecho a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

A la voz de ¡ barco viene !
Es de ver
Cómo vira y se previene
A todo trapo escapar;
Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.

En las presas yo divido
Lo cogido por igual:
Sólo quiero por riqueza
La belleza sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

¡ Sentenciado estoy a muerte !
Yo me rió:
No me abandone la suerte,
Y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena.,
Quizá en su propio navío.

Y si caigo ¿qué es la vida?
Por perdida ya la di,
Cuando el yugo del esclavo,
Como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

Son mi música mejor
Aquilones
El estrépito y temblor,
De los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno al son violento,
Y del viento al rebramar
Yo me duermo sosegado
Arrullado por la mar.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es ni dios la libertad;
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

José de Espronceda