Reposo en el camino después de un día de lluvia. Todo está mojado y gris, pero al final del día he encontrado un árbol donde refugiarme. Es normal, siempre hay días en los que uno lo ve todo con otros ojos, lo ve todo como si su vida fuera un drama, lo que en otros momentos se ve con esperanza y alegría ahora lo veo como si no fuera más que una de las tantas cosas malas que hay en mi vida. En cierto sentido no tenemos la culpa, hay días así, aunque es verdad que siempre se puede hacer algo por “salir del hoyo”. Nunca hay que dejarse arrastrar por la desesperanza.
En cualquier caso yo escribo esta vez para dar gracias, porque Él ha sido mi árbol en el camino, Él ha sido mi fuente de esperanza, como tantas otras veces. Uno no se da cuenta de todo lo que tiene, hasta que pasas una mala racha y te das cuenta de que hay toda una base sólida debajo para sostenerte, y lo más curioso es que yo no he hecho nada, todo me ha sido dado. Pero nos es dado a todos, en la eucaristía. Ese ha sido el árbol en el camino que me ha servido de refugio. Es impresionante lo que hace una hora frente a Él diciéndole todo lo que te pasa, todo lo que te preocupa, pidiéndole perdón por lo que has hecho mal y pidiéndole ayuda para enfrentarse a los próximos obstáculos que, con seguridad, se presentarán. Y si inmediatamente te ves rodeado por un montón de buena gente entonces ya no hay de qué quejarse.
Si uno apuesta por Dios y le da confianza, le echa un poco de paciencia y sobre todo, bajo mi opinión, le pide y le pide y le pide… no falla, enserio, Él responde. Momentos de dificultad pasa todo el mundo, la diferencia entre el feliz y el infeliz no está en que uno no tiene problemas y el otro sí, la diferencia está en el modo de afrontarlos, y ¿qué mejor forma de afrontar las dificultades que con la ayuda del Mejor? ¿Y qué mejor forma de pedir ayuda que ir frente a Él? ¿Y dónde le podemos encontrar más cara a cara que en el altar? ¿Dónde si no es en el sagrario? ¿Dónde si no es en la eucaristía? ¡Qué tontería! Un trozo de pan… esa respuesta no vale si no se le ha dado ninguna oportunidad.
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