Hay días en los que simplemente me apetece hacer un "apagón mental"; sí, como cuando apagas todas las lámparas y flexos, bombillas y focos, televisiones y ordenadores de casa. Es entonces cuando la oscuridad y el silencio salen de sus escondrijos sigilosamente, inundando los pasillos y habitaciones.
A veces los pensamientos en nuestra cabeza son como los gritos de un niño pequeño, estridentes y agotadores cuando se lo proponen. Y realmente cuesta hacerlos callar, cuanto más te enfadas y les gritas que se callen más gritan ellos y entonces ya hay dos personas gritando. Cuanto más piensas en tus pensamientos y en cómo "apagarlos" más piensas y más pensamientos hay que acallar. El ruido se combate con silencio. Cuando cada pensamiento se vuelve contra uno mismo... es entonces cuando hay que dejarlos pasar y no hacerles mucho caso. Pero es tan difícil...
Y aquí va una pregunta más filosófica: ¿Se puede realmente dejar de pensar? A mi me parece que hay una forma de conseguirlo (habrá más, seguramente). Es una especie de juego: Cualquiera puede pensar en lo que va a decir dentro de un rato. Podemos pensar en lo que vamos a decir sin decirlo, ese pensamiento está en nuestra cabeza. Por ejemplo: Voy a decir "no quiero estudiar", y piensas en eso que vas a decir. Pues bien, ahora, en lugar de intentar pensar en lo que vais a decir dentro de dos segundos intentad pensar en lo que vais a pensar dentro de dos segundos... ¿difícil verdad? Estas son las paranoias de un pobre estudiante de filosofía.
Aunque esto está completamente desviado de lo que iba a escribir en un principio. Bueno, esto es casi pensamiento en estado puro, hay quien lo llama divagación...
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