O amor o locura, pero en el fondo ¿en qué se diferencian? Esta es la historia de Iciar Ganuza, una historia muy real:
“... ¡Te suplico que escojas una legión de pequeñas víctimas
dignas de tu AMOR...!”
(Santa Teresita)
Iciar Ganuza es un alma de “aquella
legión de almas pequeñas, instrumentos y víctimas del Amor Misericordioso de
Dios, objeto de los deseos y las esperanzas de santa Teresita del Niño Jesús”.
Como se le presentaba al Padre Orlandis, fundador de Schola Cordis Iesu,
así a Iciar, “conocedora de la realidad, profundamente desengañada de sus propias
fuerzas y valer”, Dios le fue dando
“una comprensión íntima de la devoción
genuina al Corazón de Jesús”, le hizo estar llena de celo “de
la salvación de la almas”, y fue haciendo que pusiera
“para su apostolado toda la confianza en la …devoción al Sagrado Corazón de
Jesús”.
Todo esto por Misericordia del Corazón
de Cristo que se enamora de quien quiere y hace maravillas con las almas que se
saben débiles y confían en su Amor. Por eso hablar de Iciar es cantar las Misericordias
del Señor.
Iciar nace el 18 de Enero de 1983, en el
seno de una familia cristiana, familia
de Schola Cordis Iesu, deseosa de trasmitir a los hijos el tesoro recibido del
Padre Orlandis, a través de D. Francisco Canals, abuelo materno de Iciar. Ella
misma se presentaba así en una carta que escribió al Santo Padre Benedicto XVI
el día 26 de junio de 2006:
“Santo Padre. Me llamo Iciar, soy una joven
española de 23 años ... Pertenezco a una familia numerosa, soy la sexta de doce
hermanos. Mi familia es el mejor regalo que me ha dado Dios porque en ella me
han transmitido la fe, el amor a María, al Sagrado Corazón y a la Iglesia.
Pertenezco al grupo Schola Cordis Iesu, del Apostolado de la Oración.
… Santo Padre, …Yo cada día en el Ofrecimiento diario del Apostolado de la
Oración y en el Rosario pido por Ud. y por la Iglesia. Muchísimas
gracias, afectuosamente, Iciar Ganuza Canals”.
Iciar muere santamente el día 4 de Octubre de 2007,
después de luchar durante año y medio con un cáncer.
I)
SUS ÚLTIMOS DÍAS:
“Sí, yo quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”
(Santa Teresita).
Los últimos días de la vida
de Iciar en este mundo fueron muestra de la acción de Dios en ella, se mostraba
muy palpablemente la Caridad:
Una
semana antes de morir, el 25 de Septiembre, ella estaba ya muy débil, hablaba
muy despacio, tenía continuos temblores, acababan de decirle que le quedaban
pocos días de vida, y al preguntarle: ¿Quieres que les diga algo a la gente que
está rezando por ti?, respondió: “No, creo que tengo todos los deberes
hechos. Mi hermano Antonio agradeció de mi parte las oraciones de todos en JRC.
Más adelante, tú les dices así: Iciar se ha marchado, quería despedirse de
cada uno y agradeceros las oraciones a cada uno pero no era posible, así que me
dijo que os dijera a todos que gracias por todo, y que desde el cielo pedirá
por vosotros”.
La última
novena que habíamos hecho pidiendo su fortaleza y curación era al Beato Pío IX.
Ese mismo día bromeando decía: “Pío IX tenía muchos boletos para curarme,
pero no ha sido así… lo mío está muy claro”. Después con aire serio
preguntó: “¿como me preparo para esto?” Al escuchar la respuesta de que
todos estos meses con la oración y los sacramentos ya le habían servido de
preparación y que ahora tenía que pensar qué les iba a decir a Jesús y a María cuando
se encontrase con ellos en el cielo, ella contestó sonriendo: “claro,
claro” ¿Estas tranquila interiormente?: “Si, muy tranquila. Lo ofrezco
todo. Hago varios ofrecimientos al día, la oración de las tres [de la divina Misericordia]
y el rosario. Me gustaría ser más cariñosa con el Señor, con la Virgen, con mi
familia, con los médicos y enfermeras, con la gente que viene a verme…” En
ese momento se echó a llorar, viendo que no podía, pues estaba físicamente
agotada. Eran los deseos del Amor de Dios que ya estaba viviendo y del amor del
prójimo que era palpable. Cuando venía alguien intentaba sonreírle, quitarse
importancia y preguntar qué tal él. Si venía una novia preguntaba por su novio,
si una mamá embarazada por su embarazo, … “¿qué tal tu trabajo?”, “¿cómo
estas?”..., olvidada de si misma. Decía: “Lo mío va a ser rápido, pienso en esos
pobres enfermos que están 20 años así como estoy yo... ¡pobrecillos!”…
El “día 1
de Octubre, día de Santa Teresita, le pregunté: ¿Estas bien? “Sí,
si no es por la fatiga, estoy bien, tengo paz”. Ese mismo día se
confesó, con mucho fervor, totalmente consciente y con mucha paz y recibió la
comunión que cada día le administraban en la clínica.
No
quería hacer sufrir a nadie, días antes había dicho: “Yo me quiero ir al cielo, si no
fuera por Julen [mi novio] y por mi familia, lo que más me hace sufrir es
verles sufrir a ellos. Cuando ellos están delante intento no llorar para que no
sufran más, … De todas formas sigo pidiéndole a Dios que me cure, aunque estoy
convencida de que Él me quiere allí.” Ella notaba el dolor de su
familia por la despedida, por eso se entiende su alegría cuando ese lunes día 1
de Octubre dijo: “¡Qué bien! Miguel [mi hermano] me ha dicho que se alegra de que me vaya
al cielo. Me lo dijo ayer en una conversación”.
Al día
siguiente, día de los Santos Ángeles le pregunté: “¿Quieres confesarte?”, respondió
tranquila y sonriente: “siempre va bien ¿no?... Ahora ya cada día…”
. Se confesó consciente y al final se quedó mirando al crucifijo, lo
señaló y dijo: “mira, qué piadoso”. ¿lo miras mucho? “Sí” dijo. ¿Te ayuda? “Sí
mucho”. Te vamos a administrar la unción. Ella dijo: “Es
la tercera vez”. Como diciendo a la tercera va la vencida. Y después
dijo:
“no sé cuánto tiempo me queda”. No te preocupes, lo que Dios quiera y
Él está contigo. Rodeada de la familia recibió la unción, después rezamos
juntos el Padre nuestro, el Ave María. Tras esto recibió la comunión, consciente
de que era anticipo del cielo y ella iba repitiendo: “Te quiero Jesús”, “gracias
Jesús”, “ayúdame Jesús”, “te ofrezco mi vida Jesús”. En ese momento se
despistó, se le fue un momento la cabeza, luego vio a su hermano Pello y se
acordó de Teresa su esposa (embarazada de gemelas) y de Lucía (sobrina de
Iciar) y preguntó por las niñas, Pello le enseñó una foto de Lucía y sonrió.
Después al preguntar por Teresa ella se acercó y puso la mano para sentir a las niñas en el vientre materno y
también sonrió.
Recibió
la bendición Papal con indulgencia plenaria con el crucifijo grande de su
cuarto que ella tanto había mirado, antes ella besó el crucifijo, primero en
los pies, después en el rostro. Tras la bendición volvió a darle un beso en el
rostro. Este sería de los últimos gestos conscientes que se le vio hacer, poco
a poco fue perdiendo la cabeza. Esa tarde Iciar, inquieta físicamente, ya no
respondía ni con la palabra ni con gestos, aunque parece que sí se enteraba. Con
los ojos entreabiertos pero sin fijar la mirada, fue escuchando los cantos al
Corazón de Jesús y a la Virgen, las
letanías, jaculatorias y las oraciones que su familia y amigos le dirigían. Así
pasó todo el día tres de octubre hasta las cuatro de la madrugada del día
cuatro en que su alma fue al encuentro de Cristo Misericordia.
II) UNA CHICA NORMAL:
“soy demasiado pequeña
para subir la dura escalera de la perfección” (Santa Teresita).
Los que la habéis conocido sabéis que Iciar era una
chica muy normal, simpática, buena, alegre, bromista, inteligente, seria en sus
estudios de historia y con una gran fe recibida de la familia que poco a poco iba
creciendo en ella. Pero a la vez no estaba
exenta de las tentaciones y vanidades de este mundo nuestro, con defectos y
miserias. Ella misma ha sido siempre consciente de su debilidad. Decía: “no
soy una santa, he hecho tonterías en mi vida”. Al principio de la
enfermedad ella, les decía a los médicos que si podían pincharle una vez en
lugar de dos que lo hicieran y se quejaba cuando tardaban los resultados de las
pruebas…, vamos algo normal. En los últimos meses, en una conversación con una
amiga, a través del Messenger, al preguntarle hablaba Iciar de la Santidad.
-Amiga: “lo se...la santidad
es lo primero Iciar, pero es que tu puedes enseñarnos tanto de la Misericordia
divina si el Señor te mantiene con nosotros… pienso si te hace o no daño que te
diga estas cosas”
- “Igual es mejor que no hablemos de esto por que te
vas a pensar que soy buena y soy una petarda cualquiera, sólo que me toca
pensar más, pues muchas veces las conversaciones de este tipo te llevan a
vanidad. De esto se habla con el director espiritual”.
Cuando el 28 de Mayo pasado le dieron la
mala noticia de que no había arreglo, porque crecía el tumor en los pulmones y
se extendía en el cráneo... Ella dijo: “tengo paz, acepto lo que Dios quiera… me
viene muchas veces a la cabeza la canción que se ha hecho con la frase de Santa
Teresita: Lo que agrada a Dios de mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi
pobreza, es la confianza ciega que tengo
en su Misericordia”. Pedía muchas veces que le pusieran esta canción y
era descanso para su alma.
Al contarle la eficacia de su ofrenda en
muchas personas que se estaban ofreciendo, y muchas personas que estaban
rezando las novenas, personas que antes no rezaban nunca, se alegraba mucho
pero también decía: “¡qué vergüenza!, todos rezando por mí. Como
si yo fuera protagonista” Al responderle que el que quedaba bien en
todo esto era Dios. Ella se alegró y dijo: “Ah entonces sí”.
Al hablarle del milagro de Juan Pablo II
al padre de un amigo sacerdote dijo bromeando:
“como yo soy muy amiga de la Madre Teresa de Calcuta, de Juan Pablo II
y de Santa Teresita, a mí se me van a aparecer los tres. Esta noche me iré a acostar pronto y ya os contaré
si aparecen”, y se reía. Luego dijo ya en serio: “yo no me considero de la clase
de personas a las que le puede suceder un milagro, porque yo tuve miedo de
ofrecerme al Señor, cuando en Lisieux sentí aquel abrazo tan fuerte de Dios”.
III)
DIOS FUE HACIENDO SU OBRA EN ICIAR:
“sentí un gran deseo de
trabajar por la conversión de los pecadores” (Santa Teresita, 25 - XII-1886).
Iciar,
ya con 19 años empezó a sentir un deseo mayor de que los que le rodeaban
conociesen y amasen más al Señor, y le
pedía al Señor por ellos, y se ofrecía. Con esta preocupación de la salvación
de los que Dios le había dado, fue hace dos años a la peregrinación a Colonia, al
encuentro con el Papa. Al regresar de allí, la peregrinación pasó por Lisieux, lugar
donde vivió y murió Santa Teresita. Iciar muy vinculada a esta santa, a su
doctrina y a su vida (providencialmente muere en la octava de Santa Teresita,
habiendo vivido como ella 24 años), entra en la basílica y se ofrece a Dios
rezando el acto de ofrenda al Amor Misericordioso.
“Para vivir en un acto de perfecto
amor, me ofrezco como víctima de holocausto a vuestro Amor Misericordioso,
suplicándoos que me consumáis sin
cesar, dejando desbordar, en mi alma,
las olas de ternura infinita que tenéis encerradas en Vos y que, de ese
modo,
me convierta en mártir de vuestro amor, ¡oh, Dios mío!”.
(Santa
Teresita, 9 de junio de 1895)
Tras
esto ella recibió una consolación muy fuerte que dio sentido sobrenatural a
toda su ofrenda. La semana antes de morir a la pregunta de si se acordaba de lo
que ocurrió en Lisieux respondió: “Sí
perfectamente, el Señor me hizo arder por dentro, con un fuego muy intenso,
dándome mucha paz. Recuerdo que cuando lo sentí pensé que Dios me iba a pedir
algo muy grande, me dio mucha alegría y le dije que sí. Después me dio miedo y
le pedí que me diera tiempo. Ya me ha
dado tiempo, dos años …. No me arrepiento de haberme ofrecido”.
“Llamo consolación cuando en el alma se
causa alguna moción interior,
con la cual viene el alma a inflamarse en
amor de su Criador y Señor,
… Asimismo cuando lanza lágrimas motivas a
amor de su Señor,
… derechamente ordenadas en su servicio y
alabanza;
finalmente, llamo consolación todo aumento
de esperanza, fe y caridad
y toda alegría interna que llama y atrae a
las cosas celestiales y a la propia salud de su ánima,
quietándola y pacificándola en su Criador y
Señor”.
(San
Ignacio de Loyola-Ejercicios Espirituales 316)
“No, Yo no me arrepiento de haberme
entregado al Amor”.
(Santa
Teresita, últimas conversaciones).
Al poco de recibir esta gracia ella sintió
miedo, y aunque le repetía “no soy mía
soy tuya y haz con lo tuyo lo que quieras”, se moría de miedo y se agobiaba
pensando en la entrega de su vida, que tendría que dejar a su novio, a su
familia y hacerse religiosa… y así estuvo mucho tiempo sin tener paz, hasta que
en Mayo de 2006 le diagnosticaron el cáncer y entonces dijo: “Antes de esto no tenía paz y ahora tengo
una paz y una alegría interior inmensa porque estoy segura de que estoy
haciendo lo que Dios quiere”. Dios le pedía desprenderse de su novio y de su familia, pero de otra
manera. Cuando entendió la voluntad de Dios, la aceptó con la fuerza que venía
del mismo Dios.
Dios
le fue dando su Fortaleza
“A mi me hizo fuerte y valerosa, me
revistió de sus armas”.
(Santa
Teresita, 25 - XII-1886).
Estando ya avanzada la enfermedad,
decía: “Dicen que Dios te lleva en brazos en los momentos difíciles, pero
a mi me parece que me lleva en coche y contándome chistes de lo feliz que
soy,… Vaya tontería te acabo de decir, ya me perdonarás pero es que ya no son
horas...” (Correo electrónico del día 16 de junio 2007 a las 12:56 de la
noche, no podía dormir). El don de Fortaleza se manifestó
mucho, especialmente en los últimos días, por la paz que ella tenía ante todo
lo que iba ocurriendo. Esa fortaleza y paz la trasmitía ella a todo el que se
acercaba.
Dios le llenó de Confianza en Él
“La confianza, y nada más que la confianza, puede conducirnos al
amor” (Santa Teresita).
Estuvo
hablando de su tumor y su metástasis en los pulmones, decía: “Antes de saber lo de la metástasis aún
confiaba en la solución médica, pero ahora ya sólo me queda confiar en Dios. Por
otra parte es Dios el que me ha concedido tener una vida tan feliz … por eso
tiene que comprender que ahora me cueste tanto dejarla y que le pida que no sea
así, que quiero seguir con mi familia, realizar un futuro con mi novio
Julen, ... Pero estoy ofrecida a lo que
Dios quiera" (16 de Junio a las 4 de la tarde 2006)
Dios le hizo
aceptar Su Voluntad
“Procuro no preocuparme ya de mi misma
en nada y dejar en sus manos lo que Él quiera obrar en mi alma””.
(Santa
Teresita, carta 244 al abate Belliere- 21 -
VI-1897).
Poco a poco su voluntad se
iba uniendo cada vez más a la del Señor. En Agosto del año pasado decía en el
encuentro nacional de Juventud en Pamplona: “Lo normal es que yo hubiese estado con vosotros de
voluntaria,… pero Dios me ha pedido otra cosa: [… ] un tumor,
un cáncer”. En Febrero de este año a los jóvenes que iban de peregrinación a
Fátima les mandó una carta diciendo: “Por favor pedid también por mí a nuestra
madre, nuestra Señora de Fátima, para que me cure y otro año vuelva con
vosotros a verla o para que me ayude a ser fuerte y me reciba en el Cielo”.
A los amigos más cercanos
les iba comunicando el estado de su enfermedad, así el 1 de Junio de 2007, a
los que rezaban por ella les decía: “Como veis
seguiremos luchando con todos los medios que el Señor nos ponga en nuestras
manos, pero más que nada seguiremos confiando en su Misericordia. Cielo,
enfermedad larga o curación, lo que Él disponga será lo mejor y ahora más
que nunca nos sentimos totalmente abandonados en su Corazón”. Y el 30 de Agosto en una conversación decía: “Si
Dios me cura quiero ser santa y hacer cosas por Él y por los demás, y si no me
cura y me toca ir al cielo desde allí seguiré pidiendo por todos vosotros”.
Querer lo que Dios quiera
Este querer lo que Dios quiera
se muestra en una conversación que tuvo el pasado 15 de Marzo (2007) con una
amiga suya a través del Chat, hablaban:
-Iciar: [¿qué tal] tu novio?
-Amiga: Mi
novio muy bien, pero..Iciar...hemos pasado una temporada muy mala.
-Iciar: ¿y ya
mejor?
-Amiga: Bueno..se
supone..pero no sé Iciar.....lo he rezado mucho...y es que es muy largo..pero
tenemos que ver si Dios nos quiere juntos
o no…
-Iciar: yo también he tenido que rezar mucho lo de
Julen [mi novio]
-Amiga: Te entiendo mucho. ¿y cómo has conseguido verlo? ¿con el tiempo o por una gracia del Señor?
-Iciar:
“Rezando
mucho, ofreciendo muchos sacrificios por él y sobre todo poniéndolo en manos
del Señor. Dile: lo que Tú quieras, y si no quieres esto ayúdame”
-Amiga: Vale...seguiré
ese modo. Ya se lo digo, sólo quiero hacer lo que Él quiera. Me está dando
muchos comederos de cabeza.
Iciar: Es difícil porque yo ahora tengo que querer
estar enferma. Pero sólo eso te da paz.
-Amiga: ya...tu
situación es muy difícil. ¿Cómo es eso de que tienes que querer estar enferma?
-Iciar: Si Dios me quiere enferma pues tengo que
querer lo que El quiera. Pero tiene truco: le pido que me quiera sana.
-Amiga: ja,
ja!! qué graciosa eres! …Es muy difícil lo
que vives, pero tienes la suerte de vivirlo a Su lado. Me encantaría que
sigas siendo tan fuerte como eres.
-Iciar: Espero que Dios me siga ayudando.
-Amiga: sí.....claro
que va a seguir,… ¿sientes mucho Su ayuda Iciar?, ¿ le sientes cerca o te
cuesta?
-Iciar: pues si y no es de broma, soy súper feliz
-Amiga: ¡que
suerte!... ¡cómo me alegra leer eso!,
eso es envidiable..y ¿qué sientes?
-Iciar: no sé, es que toda la vida me ha bendecido,
tengo de todo lo importante: mucho amor y fe,
no me da miedo morirme.
-Amiga: ¿no te
da miedo?
-Iciar: no, me da pena dejarle a Julen solito. Cuando
pensé en dejarlo, Dios me dio fuerzas y me recordó: "¿qué tienes tú que no
hayas recibido?”. Sentía que Dios me quería con él y que tenía que aprender a
confiar. Sí, ahora me toca confiar en que si me muero Dios le puede hacer feliz
sin mí… la vida son continuas pruebas de confianza.
-Amiga: ya...
eso es difícil...¿tu piensas que sanarás Iciar?
-Iciar: Si Dios quiere mañana estoy curada. Si no,
será para bien. Aunque me da una pena [enorme]. Quiero vivir, pero prefiero irme
al cielo ahora con 24 que luego apartarme de Dios. No me vale de nada la salud
sino me vale para crecer en santidad.
-Iciar: Tú mucho ánimo. Irás viendo en la oración. Tú
si ves que Dios te da paz con lo de tu novio, confía, …si no, confía en que
dejarlo es lo mejor aunque sufráis. Soy fría porque no le conozco, lo siento,
se que lo estarás pasando mal…
Dios le enseñó a ofrecerse con Él
“Sí,
me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento.
Entre
los discípulos del mundo, sólo encuentra ingratos e indiferentes,
y
entre sus propios discípulos ¡qué pocos corazones encuentra
que se entreguen a él sin reservas, que
comprendan toda la ternura de su amor infinito!”
(Santa Teresita)
Jesús
le fue uniendo a sí: “Me quedo muchos ratos mirando a la cruz que hay en mi
habitación y esto me ayuda”. Ante esa
cruz, que señalaba en cada cambio de habitación, es ante la que recobraba
sentido todo. De ella recibía la fuerza para decir: “Cada pinchazo, cada momento en que se me pinzaban
nervios en la pierna... lo ofrezco por una persona, o por una intención” (Iciar 16 de Junio 2006).
El 5 de Agosto del 2006, ya con la
metástasis en los pulmones, decía en la Catedral de Pamplona ante cientos de
jóvenes: “hemos de darnos cuenta que tenemos mucha suerte de tener fe, pues
esta nos hace tener la esperanza en el cielo, entender que estamos aquí de paso
y que tenemos que vivir mirando al cielo y eso te ayuda a llevar la enfermedad
[como cualquier cruz que toca sufrir]. Doy gracias a Dios que me ha dado la fe
y a mi familia que me la ha trasmitido (…)
El sentido de esto: Como Jesús nos salvó
por medio de la Cruz así nosotros podemos ofrecer los sufrimientos, yo los
ofrezco por un montón de cosas, la gente me dice reza por tal, o por cual, y yo
los ofrezco por eso y Dios te escucha, es muy grande que Dios, que lo puede
todo, se valga de nosotros que somos tan poca cosa, tan inútiles, para ofrecer
cualquier cosa: las amas de casa, su trabajo; los estudiantes, el suyo; yo que
estoy enferma, lo mió…”(aquí se emocionó)
“y de verdad se ve que da resultado. Dios coge
esas cosas y hace pequeños milagros. Gente por la que yo rezo, amigos ateos de
la universidad que han ido a poner una vela a la Virgen, o gente que no sabía
rezar y que está rezando, hay tantas cosas por las que rezar: Por la paz, por
los pecadores, por la Iglesia, por los sacerdotes, …y saber que con el día a
día a Dios ya le vale, tenemos mucha suerte”.
“Yo le pido al Señor que me cure, no quiero
que parezca que me quiero morir, quiero curarme y se lo pido con lágrimas, y a
la Virgen, pero que también son momentos de prueba en los que uno dice: ¿pero
Dios me quiere y me hace esto?…, pero hay que entender que los momentos duros
son cosas que Dios nos manda por nuestro bien y que aunque no lo entendamos… ¡que
confiéis en Dios! Yo nunca había dudado de Su Amor, siempre había tenido todo
lo que había querido. He tenido amigos buenísimos, una familia buena, un novio
bueno, nunca me había faltado de nada,… y no vale estar seguro del Amor de Dios
en las cosas buenas, y en las malas no. Supongo que Él entiende que dudemos en
las cosas malas, pero tenemos que confiar, la Virgen nos ayuda y Él nos va
dando fuerzas cada día, Él nos ayuda” (5 de Agosto del 2006).
Iciar tenía tan asumido el sentido del
sufrimiento, que hasta bromeaba sobre ello. Le decía a su hermano seminarista riéndose:
“Vamos
a hacer prácticas… Yo soy una chica que me estoy muriendo de cáncer y te
pregunto: ¿cómo puede ser que Dios sea bueno y me quiera si me trata así?... A
ver, contesta”.
Antonio, su hermano seminarista, le decía: “Vamos
Iciar, no hagas eso…” como diciendo “no juegues con eso…”. Ella riéndose
respondía: “Tienes que estudiar más…Je, je, je”. Ella tenía resuelto este
tema uniéndose a Cristo en la Cruz.
Un día me envió por correo electrónico un poemilla que
había encontrado y que desde entonces rezaba. Lo introducía así: “Te
mando la oración que me ha gustado tanto y que suelo hacer, y el nombre de la
autora no es conocida, pero no me la he inventado, eh?”.
“Si para que yo te alcance
y me concedas tu AMOR
tienes que entrarme en tu Noche,
aquí me tienes, Señor.
Si para que el mundo sepa
que Tú estás en el dolor
tienes que inmolar mi cuerpo,
aquí me tienes ,Señor.
Si para que el hombre vea
tu paternal protección
tienes que dejarme sola:
aquí me tienes ,Señor.
Siempre me has hecho dichosa
me has dado tu comprensión
has enjugado mis lágrimas,
concedido tu perdón.
Hoy, después de tantos años
sólo tengo esta ambición:
decirte sinceramente
“aquí me tienes, Señor”. Amén.
Mercedes Fernández del Pino
Le hizo apóstol de la palabra y
del sufrimiento
“Tengo la vocación de apóstol,… quisiera ser misionero,…mártir…”
(Santa Teresita).
En aquella carta
que escribió a los jóvenes camino a Fátima les decía: “Estaré estos días ofreciendo mi
enfermedad por cada uno de vosotros, para que descubráis el Amor que Cristo y
María nos tienen, que es lo que a mí me da la fuerza cada día para seguir
luchando y es lo que a vosotros os mantendrá en pie cuando lleguen momentos de
sufrimiento”.
Iciar tenía gran cariño a la Virgen
María, rezaba siempre el rosario en familia, llevaba siempre el escapulario de
la Virgen del Carmen y le gustaba mucho peregrinar a sus santuarios: Iciar,
Lourdes, Fátima…con pena de no poder ir con ellos esta vez les exhortaba: “No dejéis de mirar a María, aprovechar bien
estos días para descubrirla por primera vez o de nuevo, ella os llevará a Jesús
y cuando volváis a casa intentar mantener lo que habéis vivido aquí rezando
cada día un ratito e intentando evitar aquellas cosas que os alejen de Dios y
que os quitarán la Paz y la Alegría que solo Dios te da” (Febrero 2007).
Olvidada totalmente de si se preocupaba
por la fe de los que rezaban por ella: “Me preocupa la gente que no teniendo mucha
fe, está pidiendo por mí y haciendo las novenas
pidiendo para mi fortaleza y curación, Me alegro que las hagan pero
pienso que si no me curo, igual es contraproducente y dejan de rezar. No se dan
cuenta de que aunque no me cure Dios me está dando mucha fuerza para llevar
todo esto, y eso también lo están pidiendo, y es un gran milagro que Dios me
concede”. (28 de Mayo de 2007).
«Os he destinado para que vayáis y deis fruto,
y que vuestro fruto permanezca» (Jn
15, 16).
“Después de mi muerte,
haré caer una lluvia de rosas” (Santa Teresita).
Son muchos los frutos que hemos ido
viendo a lo largo de estos meses de ofrenda de Iciar, y los seguimos viendo
ahora. Muy especialmente frutos de santidad y de crecimiento interior. Son muchos
los que viendo la entrega de Iciar han recibido gracia interior y han perdido el
miedo a entregarse de verdad.
Lo que hemos visto de Iciar nos habla a
todos de la acción de Dios en un alma pequeña, que se olvida de sí misma para
confiar totalmente en El y es capaz de vivir con paz y convirtiendo en ofrenda
de amor lo que a los ojos del mundo es una tragedia.
Iciar es fruto de la Gracia
Misericordiosa del Corazón de Cristo y nos habla de que haciéndonos pequeños,
humildes y confiando en Dios, todos podemos llegar a la Santidad, al Amor pleno
de Caridad.
Ojalá que hoy todos pasemos a ser, ante
Dios, una de esas “almas pequeñas, instrumentos y víctimas del Amor Misericordioso de
Dios” que conscientes de nuestra “pobreza” y con “una esperanza ciega en Su Misericordia” le digamos llenos de Amor al Señor como tantas veces
le decía Iciar : “no soy mío, soy tuyo y haz con lo tuyo lo que quieras”.
Él estará con nosotros todos los días dándonos
su Fuerza y su Paz, y podremos cantar llenos de alegría aquí y en el cielo: “Dad gracias al Señor porque es bueno, por
que es eterna su Misericordia”.
Santiago
Arellano Librada, hnssc