No sé si es o no un buen argumento, pero ha funcionado. Existe el mal, ergo Dios no existe. En realidad no creo que ningún creyente haya perdido la fe de un día para otro al sentarse una tarde a razonar de la siguiente manera: “Dios es la causa de todo, en el mundo existen cosas malas y personas que sufren, luego no tiene sentido que exista un Dios bueno y todopoderoso que cause esos males”. Más bien la pérdida de la fe sucedería al vivir en las propias carnes el mal y el sufrimiento; la fe es vivencial y no algo puramente intelectual, por lo que son extraños los casos en los que se recibe o se pierde la fe mediante algún tipo de argumento lógico. Sin embargo muchas personas se tranquilizan la conciencia, aunque no sea de mucha tranquilidad, diciéndose a sí mismos que Dios no puede existir porque existe el mal.
Después de cuatro años estudiando filosofía, y alguno más de adolescentes discusiones sobre Dios, me he topado con un argumento de por lo menos ocho siglos de antigüedad y realmente chocante. Es este: “Existe el mal en el mundo ergo existe Dios” ¿A que nunca lo habíais oído? Bueno, no voy a ir de sensacionalista, es posible que sí; lo que me extraña es que en las calles e institutos sea tan popular el argumento del mal como demostración de que Dios no existe y no lo sea para nada ese mismo argumento como demostración de que sí existe.
Muchos han defendido que el Mal es ausencia de Bien, es decir, que el mal se presenta cuando los bienes desaparecen, del mismo modo que la enfermedad aparece cuando la salud se esfuma. La enfermedad existe porque existe la salud. Si no existiera la salud, es decir, un funcionamiento adecuado del cuerpo, tampoco existiría un funcionamiento inadecuado, es decir, la enfermedad; habría funcionamientos múltiples y distintos, pero no valoraríamos unos como buenos y otros como malos, no hablaríamos de un mal funcionamiento del cuerpo. Sin embargo, es evidente que un pulmón que no asimila el oxígeno tiene un mal funcionamiento y si la persona que lo tiene se ahoga y se muere no es porque su pulmón simplemente tenga un modo de funcionar alternativo, sino que es porque no le funciona bien, le funciona mal. De hecho, el mero hecho de hablar de “cuerpo” ya supone una unidad y un cierto orden de sus partes, y por tanto un cierto funcionamiento o Naturaleza.
Y todo esto para mostrar que el Mal se define como carencia o ausencia de Bien, y no habría ausencia de Bien si no existiera el Bien, del mismo modo que no decimos que alguien tiene carencia de agilidad si no existiera la agilidad. Y por eso, si existe el Mal –afirmación más o menos evidente- es porque a veces no está presente todo el Bien, por lo que existe el Bien ¿Y de dónde puede salir el Bien si no es de Dios? Si el mundo fuera sólo mundo: ¿Podríamos hablar de Bien? ¿Podríamos pensar en él? Podríamos hablar de sucesos, átomos y movimientos, pero no del Bien o del Mal. Efectivamente, si nos damos cuenta a veces de que algo “no va bien” en el mundo es porque otras veces algo “va bien”, o mejor, nos damos cuenta de que algo “debería ir bien”, y en contraste con ese Bien, percibimos y sufrimos en nosotros el Mal. Por eso, el hecho de que exista el Mal, no digo que sea una prueba, pero sí una muestra de que Dios existe, un ser todopoderoso y creador que de alguna forma lo ordena todo, o casi todo, haciendo que las cosas estén bien (cuando están como Él las pensó) o mal (cuando no están como él las pensó). Y esto no es pura lógica; cuanto más sufre uno las crueldades de este mundo más grita a Dios que le haga justicia, más es consciente del Mal y más tiene sed del Bien, porque, sin saberlo, más siente Su ausencia
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