miércoles, 13 de marzo de 2013

Libertad y ositos de peluche

Una de las grandes preguntas... ¿por qué libres? Si Dios existe y nos ha creado, ¿por qué nos ha creado libres? ¿Por qué capaces de no hacerle caso? Nos podía haber hecho tal y como somos pero sin la posibilidad de cagarla, sin la posibilidad de hacer daño a los demás, de desobedecerle a Él, e incluso de hacernos daño a nosotros mismos con nuestras propias acciones. ¿Por qué libres? ¿Acaso no podemos ser felices sin necesidad de pasar por esto? Nos podría haber puesto en el Edén directamente, pero sin haber plantado el dichoso árbol del fruto prohibido…

No sé hasta qué punto se puede llegar a comprender esto siguiendo un proceso puramente lógico, sin embargo, una explicación que me parece válida es que lo ha hecho por amor, porque nos ama y nos hace capaces de amar ¿y se puede amar sin ser libre? Siempre que hablo sobre esto me acuerdo del mismo ejemplo: tienes dos chicas delante, una te quiere porque está “programada” para ello, y la otra también, pero sin estar programada, (los motivos entonces son mucho más misteriosos) está claro, ¿a quién prefieres? ¿Quién te ama realmente? Leí en un libro de Pablo Domínguez una explicación de esto, y es que Dios no quiso hacer ositos de peluche que si lo tiras al suelo o les abrazas no les importa, sino seres humanos con sentimientos y capaces de amar y sufrir por amor, tal y como Dios lo hace. Y de nuevo ¿es posible esto sin libertad?

La cuestión es muy complicada, y pienso a veces que el misterio de la libertad es uno de esos MISTERIOS que desde nuestra condición de criaturas imperfectas no podemos llegar a comprender. Pero lo del Amor tiene mucho sentido. Y pienso… amor… Dios nos ama así, nos ha hecho a imagen suya y nos ama; Él es libre y se ha enamorado de nosotros como seres libres. No es que Él un día haya dicho “voy a crear algo, a ver qué le pongo… sí, brazos… ojos… sentimientos y sufrimientos… y ¡ah, sí! les haré libres también”. No, se supone que antes de crearnos ya nos “vio” como seres a imagen suya y eso implica ser libres y ser capaces de amar libremente. No nos podría haber creado exactamente iguales a como somos pero sin la libertad, pues de un ser así él no se enamoró, sería una criatura demasiado diferente a Él mismo, demasiado… poco divina, demasiado imperfecta. Reconocedlo, alguna vez habeis pensado "¡vaya chusma de libertad! preferiría no ser libre y simplemente gozar del Bien Supremo" (vale, es posible que no lo hayais pensado con estas palabras). Pero hay algo de perfecto en la libertad; los animales nunca fallan, no cometen errores porque tampoco pueden no cometerlos, como tampoco un ordenador puede cometer una inmoralidad, realmente un ordenador no puede fallarme, como sí que puede hacerlo un amigo. Un ordenador no puede no hacerme caso por mi bien, un amigo sí, puede ignorarme, pegarme, echarme la bronca, y en fin, un centenar de cosas desagradables porque sabe que me van a venir bien. Y me estoy desviando.

Dios se enamoró de seres libres, y nos creó precisamente por Amor, con todo lo que eso implica, es decir, nos creó libres, necesariamente libres. Juan, María, Alberto… no existen más que siendo libres, sin su libertad serían individuo J, individuo M, individuo A... Al fin y al cabo tenemos nombre propio porque somos libres. Somos seres esencialmente libres, e incluso casi podría decirse que somos libertades esencialmente humanas. En realidad no sé qué significa todo esto, pero intuyo que es algo muy hermoso.

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