
Quietos mis pies, camino hacia un Reino que aún está por llegar. Su Rey ya vino para anunciarse, para darse a conocer. Nació entre reyes y pastores, pues Él ha de ser Rey de todos, Rey de pastores y Rey de reyes.
Coronado de espinas, vestido de heridas abiertas sobre su trono de madera…
Nuestro rey ha muerto -pensamos-, ha desaparecido, se lo han llevado, todo era mentira. Pero una voz desde las afueras trae una noticia: han visto a nuestro Señor, en realidad no le han matado ¡Quién puede matar a nuestro Rey! Al contrario, la muerte ha muerto bajo las heridas de sus clavos.
…Raboni…
¿Qué vamos a hacer sin nuestro Rey? Otros muchos quieren ocupar su lugar mientras Él está fuera, pero solo hay un Rey legítimo. Su llegada se hace lenta. Tenemos claro a quien servimos, sin embargo nos toca esperarle.

¿Qué se creen? ¿Qué no me duelen los pies a veces? ¿Que no tengo ganas de sentarme a un lado del camino? ¡Claro! Pero cuando venga quiero que me encuentre en marcha. Además, me duele más el corazón al recostarme que los pies al caminar
El camino es duro, y por eso es bueno recordar que este pueblo marginado no se ha quedado sin Señor.
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