Definitivamente, cuando escribo lo que intento es ir más allá. Muchas veces me he preguntado por qué los momentos en los que peor estamos son los momentos de mayor inspiración artística. La mayoría de las grandes canciones se han compuesto en momentos de sufrimiento. Las mejores poesías se han escrito en “malos momentos”, al igual que la música: todo el que toque algún instrumento habrá experimentado que cuando está de bajón siente la necesidad de tocar algo.
Muchas veces me he preguntado por qué tiene que ser así, por qué para hacer buen arte tiene que haber sufrimiento de por medio… No me gustaba la idea porque me gusta el arte pero no me gusta el sufrimiento; y además porque parece que el mejor artista es el que más sufre. (Es cierto que esta idea del arte es más cercana al romanticismo, y que en la antigua Grecia pensaban cosas muy distintas con respecto al arte, pero creo que en la actualidad estamos mucho más cerca del romanticismo que de cualquier otra cosa).
Pues bien, hoy me he dado cuenta de por qué pasa eso, por qué en el sufrimiento tenemos mejor sintonía con lo artístico. Y al darme cuenta del por qué, me he dado cuenta también de que, en realidad, no se da esa relación directa entre el sufrimiento y el arte, sino una relación indirecta. Me explico: no es el sufrimiento lo que nos lleva al arte, sino el deseo de salir de él; es el anhelo de trascendencia, el anhelo de “algo más”.
Shelling decía que con el arte plasmamos lo infinito en lo finito, y al mismo tiempo plasmamos el espíritu en la naturaleza. Es el deseo de espíritu, el deseo de infinito, lo que nos conduce al arte. Y cuando sufrimos es cuando más sentimos esa necesidad; nos damos cuenta de que nos falta algo y necesitamos trascender, ir más allá. Con el arte lo logramos, porque realmente se conectan en el arte lo humano y lo divino, lo material y lo espiritual.
Por eso creo que no es mejor artista el que más sufre, sino el que más deseo de “algo más” tiene. Siempre tiene que haber talento, práctica y perseverancia para llegar a ser un artista en cualquier campo, pero la esencia de todo ello creo que es eso: el deseo de lo sobrenatural.
Muchas veces me he preguntado por qué tiene que ser así, por qué para hacer buen arte tiene que haber sufrimiento de por medio… No me gustaba la idea porque me gusta el arte pero no me gusta el sufrimiento; y además porque parece que el mejor artista es el que más sufre. (Es cierto que esta idea del arte es más cercana al romanticismo, y que en la antigua Grecia pensaban cosas muy distintas con respecto al arte, pero creo que en la actualidad estamos mucho más cerca del romanticismo que de cualquier otra cosa).
Pues bien, hoy me he dado cuenta de por qué pasa eso, por qué en el sufrimiento tenemos mejor sintonía con lo artístico. Y al darme cuenta del por qué, me he dado cuenta también de que, en realidad, no se da esa relación directa entre el sufrimiento y el arte, sino una relación indirecta. Me explico: no es el sufrimiento lo que nos lleva al arte, sino el deseo de salir de él; es el anhelo de trascendencia, el anhelo de “algo más”.
Shelling decía que con el arte plasmamos lo infinito en lo finito, y al mismo tiempo plasmamos el espíritu en la naturaleza. Es el deseo de espíritu, el deseo de infinito, lo que nos conduce al arte. Y cuando sufrimos es cuando más sentimos esa necesidad; nos damos cuenta de que nos falta algo y necesitamos trascender, ir más allá. Con el arte lo logramos, porque realmente se conectan en el arte lo humano y lo divino, lo material y lo espiritual.
Por eso creo que no es mejor artista el que más sufre, sino el que más deseo de “algo más” tiene. Siempre tiene que haber talento, práctica y perseverancia para llegar a ser un artista en cualquier campo, pero la esencia de todo ello creo que es eso: el deseo de lo sobrenatural.
no estoy de acuerdo del todo chema: Muchas veces el artista quiere reflejar la realidad o la percepción que tiene de ella, sin que por él este sufriendo. Es verdad que la "música outrodestructiva " engancha mucho y apetece cuando uno esta de bajón pero también pasa al revés. Cuando estoy contento me apetece poner música con letras alegres.
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo contigo en que no siempre tiene que haber sufrimiento. Lo que dices es verdad, cuando estamos contentos nos apetece oir canciones alegres.
ResponderEliminarPero también creo (desde mi nula experiencia) que a la hora de componer o crear arte, en los malos momentos uno se siente más inspirado.
Tampoco voy a negar que gran parte del arte es pura expresión de la realidad tal y como la percibimos, sin necesidad de sobrenaturalizar.
Esto era precisamente un intento de desligar el arte del sufrimiento. Pero sigo pensando que muchas veces el arte es una forma de buscar algo más de lo que percibimos